El cuarto informe de gobierno Peña Nieto ha sido sólo un compendio de cifras alegres porque en realidad no hay avances en la situación económica, social, educativa y sobre todo en la seguridad y en la procuración de justicia.
Las llamadas Reformas Estructurales de las cuales ninguna ha mostrado todavía su eficacia, como el de bajar los precios de la gasolina y la electricidad, y de generar el crecimiento del PIB a una tasa del 4%, sin duda han resultado un rotundo fracaso.
La precaria situación nacional se ha traducido en un descontento generalizado: en el marco de su cuarto informe de Gobierno, Enrique Peña Nieto es el Presidente con el mayor rechazo en su mandato con apenas una aprobación del 23% de la población.
También esto se ha reflejado en que el partido del Presidente haya ganado sólo cinco de 12 gubernaturas, incluyendo bastiones tradicionales para el PRI, y que en Oaxaca ganó solo gracias a la desafortunada división de las fuerzas progresistas y de izquierda.
Hemos visto cómo se ha incrementado la desigualdad social, ha aumentado la pobreza extrema, la economía se ha desacelerado y el mercado laboral se encuentra en franca recesión.
La deuda pública es un tema preocupante, pues el gobierno de Peña ha recibido críticas de los propios organismos financieros internacionales, sin que dicha deuda se refleje en inversión pública que desarrolle la infraestructura productiva.
Y si a esto le sumamos los grandes escándalos de corrupción del grupo en el poder, como el de la Casa Blanca de Las Lomas, la de Malinalco, los departamentos en Miami y las graves violaciones a los derechos humanos por parte del Ejército y la Policía Federal realizadas en Ayotzinapa, Tlataya, Tanhuato y Noxhixtlán, con dos simples palabras podríamos resumir al actual Gobierno Federal: corrupción e ineptitud.
Pero sobre todo vemos con preocupación que estos cuatro años de gestión Peñanietista se suman a los más de 30 años de que en México se ha venido aplicando el modelo de economía neoliberal, el cual ha procurado supuestamente proteger las finanzas macroeconómicas de México y reducir el déficit sin que hasta el momento se haya reflejado en un crecimiento económico y un mayor bienestar para los mexicanos.
Desde el PRD en Oaxaca consideramos que es tiempo de cambiar el modelo de desarrollo. Debemos procurar que el Estado recupere su papel rector en la economía para procurar mayor distribución de la riqueza y que se recuperen los sectores estratégicos para el desarrollo nacional, como la electricidad, el petróleo y la minería.
Por eso continuaremos trabajando para que nuestro partido siga siendo una opción de cambio para millones de mexicanas y mexicanos, y seguiremos pugnando por crear nuevas mayorías generadoras de cambios que nos permitan tener un gobierno federal cercano a la gente en 2018.