Necesario que nuevo gobierno acabe con la corrupción: Arzobispo

Jazmín GÓMEZ
En Oaxaca, los gobiernos emanados de partidos políticos actúan como enemigos y no como si les interesara el bien común, se convierten en oposición y se enfocan en dañarse unos con otros, afirmó el Arzobispo de Oaxaca, José Luis Chávez Botello.
Expresó que el mensaje que dan con su actuación los representantes populares es que solo les interesa derribar programas o proyectos de la oposición, dañar la imagen de los contrarios y no pensando en que esos programas pueden ser de gran utilidad en la sociedad.
Expuso que con motivo del cambio de gobierno que se avecina en Oaxaca, es importante darles el voto de confianza pero que también ellos demuestren que les interesa el pueblo y que buscan mejores formas de vida para la gente.
Detalló que hay tres retos con este cambio, a las autoridades acabar con la corrupción y con la impunidad, y a la sociedad ser más participativa, critica y se interesen por las decisiones y acciones de sus gobernantes.
“Una sociedad dormida es la que permite el desastre de sus suelos y en Oaxaca a veces estamos acostumbrados a todo o nada, nos hace falta ser más realistas y entender que los cambios se dan poco a poco”, destacó.
Asimismo hizo un llamado a la sociedad a ser más activa, más unidad y ayudarse unos con otros, que los conflictos sociales o las circunstancias no sean motivo de división.
En su comunicado de prensa el Arzobispo de Oaxaca indicó que con regularidad se consideran enemigos a quienes piensan o actúan diferentes a nosotros, y como enemigos. Se les margina, desacredita, se busca debilitarlos y hasta acabarlos.
“Esta postura es palpable de la vida diaria en diferentes niveles: en algunas religiones y grupos, en partidos políticos, en sindicatos y organizaciones laborales, en pandillas de vándalos y grupos delictivos”.
Finalmente anunció que con motivo de la culminación de las actividades del Año de la Misericordia el 19 de noviembre se realizará una velada para resonar y proyectar el mensaje de la Misericordia de Dios desde el centro de la capital, testigo de expresiones de malestar social, violencia y delitos.