En la lápida de Miroslava Breach Velducea están grabados unos versos de Paul Eluard que los trovadores latinoamericanos de los años 70 popularizaron y que ella, de adolescente, escuchaba una y otra vez hasta hacer enloquecer a su mamá: “Por el miedo que te tienen, por tus pasos que vigilan, yo te nombro… libertad”.
Le decía la madre: Ay, Miritos, ya párale
. Pero nada le gustaba más a aquella jovencita recién bajada de la sierra que gritar a los cuatro vientos: Libertad, libertad
.
Y también hay un montón de rosas rojas que le llevaron sus hermanas, flores indicadas para lo que ella llamaba el momento romántico
. Así como una botella de tequila que se fue agotando entre un pequeño grupo de personas –congregado en el centro de un cementerio– que se dejó tostar por el sol de mediodía.