La decisión del Gobierno de Donald Trump de separar a padres inmigrantes de sus hijos en la frontera estadounidense ha sido criticada por organizaciones pro derechos humanos y dominado el debate sobre inmigración en el Congreso.
Los hechos han ido escalando desde la primera semana en la que Trump asumió la presidencia, cuando emitió su primera orden, en la que dio a entender cuál era su estrategia hacia los solicitantes de asilo. Desde entonces, el Gobierno ha estado socavando de manera firme las protecciones para familias y niños inmigrantes.
El Gobierno dice que los cambios son necesarios para desalentar a inmigrantes que quieran llegar a Estados Unidos de manera ilegal. Pero las críticas van en aumento, fomentadas por reportes de niños separados de sus padres y menores de entre cuatro a 12 años llorando y preguntando cuándo van a ver a sus familiares.
Por su parte, el gobernador de Arizona , uno de los estados fronterizos que padecen la crisis, Doug Ducey, dijo que hay “mejores formas” de tratar el problema migratorio que separar a las familias, algo que le “rompe el corazón”, según dijo.
“Quiero ver una frontera segura, pero no quiero ver a niños siendo separados de sus padres”, dijo el republicano.
De acuerdo a cifras dadas a conocer por el Departamento de Seguridad Nacional, entre el 19 de abril y el 31 de mayo, un total de mil 995 niños fueron separados de sus padres en la frontera Sur como resultado de la política “tolerancia cero” con la inmigración ilegal implementada por la Administración de Donald Trump.