Se mire por donde se mire, a la Argentina de Sampaoli no hay por donde cogerla. La goleada ante Croacia fue la confirmación de un proyecto sin rumbo, de un pésimo plan de juego y una crisis que dura ya demasiado tiempo. El aficionado, en estos casos, suele poner nombre y apellidos al desastre. Los señalados en la noche negra de Rusia son varios.
Leo Messi
Porque es el mejor jugador del mundo, porque se le pone al nivel de Maradona y porque como principal figura siempre tiene una cuota más alta de responsabilidad que el resto. Ante Islandia falló en el momento decisivo con el lanzamiento de penalti y frente a Croacia deambuló por el césped, sin apenas entrar en contacto con el balón. Y lo peor es que Leo parece ya haber bajado los brazos. No encuentra soluciones y la desilusión se ha apoderado de su juego
Su error garrafal ante Rebic fue el que abrió la caja de Pandora. Un fallo incomprensible en un portero de primer nivel, en un partido de Mundial, en un momento decisivo y delicado para los suyos. Muchos dudaban de la idoneidad de su presencia bajo palos, ahora cuentan con un motivo que justifica esa sensación. Podría ser el gran damnificado de cara a la última jornada.
Sampaoli
En la diana de la frustración suele ser el blanco más fácil. El entrenador siempre es el primer señalado, y en esta ocasión no iba a ser distinto. Ante Croacia pretendió dar un lavado de cara al equipo y solo sirvió para empeorar la situación. Que diese la titularidad a Enzo Pérez, un jugador que no había entrado en su lista de 23, solamente lo entiende él. Banega vio el choque desde el banquillo, Dybala fue la solución de urgencia y Pavón jugó los minutos casi de la basura. Prefirió músculo a talento y eso, en una selección que no va sobrada de calidad, es un lujo que no puede permitirse.