“A la vuelta”, le dijo México a este joven tan inteligente como maquiavélico, que por más intentos, algunos desesperados, no logró convencer que podría ofrecer un verdadero cambio para el País.
Durante el proceso electoral, la mañana después del primer debate fue seguramente la más feliz de Ricardo Anaya. Horas antes había destrozado a López Obrador que en lugar de llevar cifras, datos y cartulinas, pegó estampitas de fútbol con su hijo la tarde anterior, y sólo fue preparado con su carisma y arsenal de frases populares como “mafia del poder” y “soy peje, pero no lagarto”.
“Hacer la tarea” lo colocaba en segundo lugar, sobre todo con los millennials, y le valió ganarse el amor que los pejefóbicos no tenían dónde poner. Anaya, le guste o no a sus detractores, dio clases de oratoria y de cómo dejar sin argumentos a alguien. Tomó los puntos más débiles de López Obrador y lo cercó, hasta desesperarlo. En su despliegue de datos para incomodar y hacerle knock out a Meade, mencionó el caso Coahuila y sus vínculos con el nuevo PRI que cambió quimioterapias por agua.
Su preparación, datos y golpes no le alcanzaron para llegar al primer lugar, pero tomó fuerzas de la nada. Dejó atrás al PRI. Logró con su poder de palabra y encarando a sus adversarios pegarle a un Goliat que llevaba 18 años haciendo campaña. Pero “de lengua me como un taco”: tenía dos denuncias a cuestas, su fama de traidor y los pactos incumplidos cuando fue presidente de su partido.
Incluso para el diario estadounidense, The New York Times, Anaya era “una figura política comparable al presidente francés Emmanuel Macron”, por su juventud, imagen y carisma.
Sus ideas que empezaron tendientes a su preparación académica, terminaron acercándose más al populismo que tanto le recriminó al puntero. Sus propuestas –las del debate y del libro que publicó hasta unos días antes de la elección– incluían cambios de fondo, prensa libre, cárcel y muerte civil para los corruptos. Postura que le llevó en los últimos días de campaña a decir que él sí metería a la cárcel a Peña Nieto. Como regalo de despedida, un día antes de la elección, una sospechosa fake news decía que su socio había sido detenido en Canadá. ¿Juego viral o venganza presidencial?
Hay que reconocer que, en su esfuerzo por levantar a un partido fracturado, supo llevar al PAN de derecha a centro, gracias a la alianza con la izquierda progresista. Después de esta elección, el PAN vuelve a ser la minoría que enfrenta al partido en el poder. Irónicamente los papeles se cambiaron: el PES de extrema derecha se unió a Morena y obligaría al PAN a replantear sus estatutos para ser una verdadera opción centro-derecha o centro-izquierda.
Hasta cerca de las 1:00 horas, Anaya estaba en segundo lugar con 20 puntos de distancia que no lo dejaban tocar el triunfo.
Su discurso demócrata y con una felicitación al virtual ganador, refleja que Anaya es un elemento al que no se debe perder de vista. Con su terquedad y unos años más ¿será que el apodado “Chicken Little” se convierta en elgallo fuerte?
EL DATO
26.1% que equivalen a un millón 696 mil 736 votos, según los resultados del PREP, hasta las 00:30 horas