Andrés Manuel López Obrador recibirá el próximo 1 de diciembre una economía marcada por claroscuros. Aunque sin crisis, como sucedió en otros fines de sexenio, el actual gobierno tampoco deja una situación boyante para el país.
La administración del presidente Enrique Peña Nieto ha hecho un esfuerzo para consolidar las finanzas públicas y dejar un superávit fiscal, que al primer semestre del año se ubica en 0.8% del PIB; sin embargo, el peso de la deuda alcanzó una tasa de 45.4% como proporción del PIB.
“El margen de maniobra en materia de finanzas públicas que dejarán al nuevo gobierno de López Obrador va a ser limitado, porque a lo largo de esta administración se observó un crecimiento constante en los niveles de deuda como porcentaje del PIB, y aunque ahora Hacienda tiende a reducir su participación, el costo financiero aún es elevado, por lo que la situación en las finanzas no es la óptima”, comentó James Salazar, analista económico de CI Banco.
Por el contrario, en materia de inflación, el trabajo del Banco de México y del gobierno ha sido bueno, dijo el especialista.
“El promedio de la inflación en el presente sexenio es uno de los más bajos comprado con las administraciones previas, así como tuvo el crecimiento más alto de los últimos 10 años al cierre del año pasado (7.44% a tasa anual) también se tuvo el más bajo histórico de 1.66% en diciembre de 2015, a partir de los beneficios con las reformas en telecomunicaciones”.
Recientemente, la inflación, que registra una trayectoria alcista, se ubicó en 4.85% en la primera quincena de julio; sin embargo, especialistas calculan que puede llegar a 4.3% al cierre del año, cerca de la meta objetivo de 3% (con tolerancia de un punto porcentual), por lo que el saldo en inflación es relativamente positivo.
Crecimiento queda a deber. En crecimiento económico, la administración de Peña Nieto quedó a deber, porque tuvo una expansión promedio de 2.4% durante este sexenio, tasa menor a 4%-4.5% prometido a partir las reformas estructurales.
“Hubo varios elementos que jugaron en contra, pero la verdad es que no se alinearon incentivos para que los agentes económicos se volvieran más productivos y difícilmente se pudo salir de esta trampa de crecimientos modestos”, advirtió Salazar.
En el ámbito internacional, a pesar de la incertidumbre con la renegociación del TLCAN, el experto consideró que se ha manejado la política exterior, en sentido estricto, México continuó con su estrategia de diversificar mercados, firmó el nuevo acuerdo transpacífico que excluye a EU, siguió buscando fortalecer las relaciones con países de América Latina. Todo ello ha abonado para que las exportaciones nacionales registren gran dinamismo, con tasa de 11% anual acumulado al primer semestre del año.
“Estamos relativamente en un buen escenario, porque la situación pudo haber sido peor, porque la administración de Trump amenazó con salirse del TLCAN, y hasta ahora se ha sorteado y se ha evitado. Esa es una buena noticia y buen legado para el gobierno entrante”, dijo Salazar.
Volatilidad financiera. En el tipo de cambio, se registró un periodo de alta volatilidad. Los principales bancos centrales, incluida la Reserva Federal de EU, comenzaron a reducir los estímulos monetarios, lo que dio paso a un escenario de alzas en tasas de interés y de un dólar más fuerte.
Aun con los episodios de volatilidad en los mercados financieros, la economía ha sorteado con solidez estos temporales , lo cual también es favorable para el nuevo gobierno.
Lastre de la informalidad La generación de empleos ha sido la bandera que más ha presumido la administración de Peña Nieto, pues en su gestión se sumaron 3.6 millones de personas al mercado laboral formal.
Aun con las cifras de récord en empleo, la informalidad sigue en niveles elevados. De acuerdo con cifras del Inegi, 56.9% de la población ocupada está en ese segmento, es decir, más de 30 millones de trabajadores con bajos salarios y sin prestaciones de ley.