CLINT, Texas Había niños con la cara pegada a las ventanas de una hacinada celda en la que se encontraban casi veinte niñas migrantes, algunas tiradas en el piso. El menor tenía tres años. Un grupo de niños se asomaban por entre las rejas de una zona de detención expuesta a una temperatura de más de 38 grados Celsius.
Las autoridades de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) permitieron el miércoles 26 de junio que un grupo de periodistas realizara un recorrido breve y muy controlado de la estación fronteriza de Clint, un pueblo agrícola cerca de El Paso, Texas, en respuesta a noticias de que los niños detenidos en su interior están sujetos a condiciones insalubres y de maltrato.
Algunos agentes dijeron que se disponían a distribuir jabón y cepillos de dientes a los niños (se había reportado que no los estaban entregando), y señalaron anaqueles del almacén con esos artículos (en otros anaqueles había champú antipiojos y guantes médicos). Indicaron que los niños detenidos en Clint no estaban pasando hambre; mostraron cajas de fideos instantáneos y avena apiladas cerca de un salón de procesamiento.
Sin embargo, los agentes no les permitieron a los periodistas ingresar a ninguna celda y prohibieron cualquier tipo de conversación con los menores detenidos, bajo el pretexto de cumplir con las políticas gubernamentales. La agencia también prohibió a los periodistas llevar cámaras o teléfonos al interior de las instalaciones, y amenazaron con expulsar a cualquiera que descubrieran con ese tipo de dispositivos.
No hables con ella”, dijo un agente cuando un periodista mostró interés en una niña, de unos 10 u 11 años de edad, que lloraba sin parar mientras hablaba por teléfono en español con un pariente desde una sala de procesamiento. “Si le haces preguntas, te sacamos”, advirtió el agente.
Por lo regular, los agentes de la CBP llevan a las instalaciones de Clint a los niños que arrestan después de que cruzaron la frontera solos en el sector de El Paso (que abarca el sur de Nuevo México y parte del oeste de Texas).
En vista de la indignación que causaron hace poco las noticias sobre las condiciones de la estación de Clint, el comisionado en funciones de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza, John Sanders, anunció su renuncia, que entrará en vigencia a principios de julio. Ante los reportes, las autoridades también trasladaron a 249 niños albergados en Clint a otras instalaciones para evitar el hacinamiento, aunque después regresaron a más de cien niños a la estación que habían vaciado solo unos días antes.
Aaron Hull, agente responsable de la Policía Fronteriza para el sector de El Paso, explicó que sus agentes tenían problemas como falta de personal, falta de financiamiento y la creciente migración de personas desde Centroamérica.
Cuando capturamos a más extranjeros de los que podemos turnar a otras autoridades, por lo regular se quedan aquí en la estación”, dijo Hull.
Otros agentes reconocieron que las condiciones relativamente limpias y con pocos detenidos durante la visita de los periodistas eran muy distintas de las que prevalecieron en semanas previas, cuando cientos de niños abarrotaron el lugar. Matthew Harris, agente a cargo de las instalaciones en Clint, explicó que el centro se construyó en 2012 para detener de manera temporal a unas cien personas.
Sin embargo, desde hace meses, Clint ha albergado a más de setecientos niños en algunos momentos, de acuerdo con Harris. La estación se diseñó para detener a menores entre ocho y doce horas, pero Harris dijo que habían detenido a algunos niños hasta treinta días.
Harris dijo que, en ese momento, en Clint estaba detenido un bebé de un año con su madre, una joven menor de 18 años. Añadió que el niño de menor edad que han tenido detenido en la estación solo tenía quince días de nacido, y permaneció en el lugar una semana con su madre.
En general, la estación fronteriza de Clint parecía más una cárcel o un campamento improvisado que un centro de detención juvenil. En un área de procesamiento con nueve celdas, los niños veían desde las ventanas a un gran número de agentes, que portaban armas.
En las celdas no había libros, crayones ni hojas de papel; ningún dibujo adornaba las paredes, como sucede en los refugios en los que niños migrantes permanecen detenidos por periodos prolongados.
En un área de detención para varones, una zona con barrotes que solía utilizarse como acceso con dos puertas de seguridad, un televisor reproducía la película Shrek y un letrero colgado en la pared contenía una lista de las lenguas indígenas que hablaban algunos de los niños detenidos: quiché, pocomam, garífuna.
Los agentes condujeron a los periodistas por unas cuantas áreas de las instalaciones y señalaron los baños portátiles y un aro de baloncesto montado afuera, sobre un espacio cubierto de grava. Los agentes no permitieron el acceso a las áreas exteriores con aparentes campamentos donde se ha mantenido a los niños.
Un cambio con respecto a los meses anteriores es que quienes supervisan ahora a algunos de los niños son vigilantes en uniformes azules asignados por un contratista externo del gobierno. Harris, el funcionario a cargo de Clint, comentó que el miércoles, el día del recorrido de los periodistas, fue el primer día de trabajo de esos vigilantes.
Los abogados que sonaron la alarma hace poco, después de tener acceso a la estación, informaron que niños de solo 8 años cuidaban a infantes menores y relataron que vieron a algunos de los pequeños sin pañal. No obstante, Harris aseguró que esos abogados no habían tenido acceso a zonas de las instalaciones que fueron abiertas a los periodistas el miércoles, y que a los abogados solo se les permitió conversar con los niños en una sala de conferencias.
El miércoles por la noche, esos abogados cuyas descripciones del sitio provocaron indignación, presentaron una moción de emergencia con la cual solicitaron la inspección inmediata y completa de todas las instalaciones de la Patrulla Fronteriza en las regiones de El Paso y el valle del Río Grande en Texas.
La moción se fundamenta en un acuerdo legal con el que un tribunal federal estableció el estándar de cuidado de los niños migrantes detenidos y también solicita que se declare a la Patrulla Fronteriza en desacato por las “violaciones flagrantes y persistentes” a esas regulaciones de detención.
Algunos agentes de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza intentaron poner en duda las declaraciones de los abogados esta misma semana. “En lo personal, no creo que esas acusaciones sean ciertas”, dijo por teléfono a algunos periodistas un agente que habló con la condición de permanecer en el anonimato.
Como parte de la moción, los abogados presentaron ochenta declaraciones de abogados, médicos y niños entrevistados en Clint y durante una inspección previa de otras instalaciones ubicadas en la región de El Paso, con documentos que describían que “la ropa de los niños está manchada de vómito o leche materna” y que se tiene a los “bebés en condiciones de frío extremo, y algunos solo llevan puesto un pañal y una camiseta”.
La doctora Dolly Lucio Sevier, quien acompañó a los abogados en su visita, comparó las condiciones observadas con las existentes en “instalaciones de tortura”.
Los abogados solicitaron una decisión inmediata de la jueza Dolly M. Gee, del distrito central de California. Sus descripciones se respaldaron también en un informe preliminar del inspector general del Departamento de Seguridad Nacional, que obtuvo Buzzfeed News, en el cual los investigadores describen muchos de los mismos problemas de seguridad y salud mencionados por los abogados que visitaron Clint.
Cuando se le preguntó acerca de las pobres condiciones en que se tenía a los niños bajo su supervisión, Hull respondió que algunas de los reclamos de irregularidades eran “dolorosos”.
Hemos señalado en varias ocasiones que necesitamos los recursos necesarios para cumplir con nuestro trabajo”, dijo Hull.
El senado, de mayoría republicana, aprobó el miércoles financiamiento por 4.600 millones de dólares para ayuda humanitaria de emergencia en la frontera con México. Los senadores rechazaron así un proyecto aprobado el día anterior por la cámara baja que imponía mayores límites al modo en que podían gastarse los fondos.
La decisión vuelve a estancar el gasto destinado a la frontera y prolonga la incertidumbre sobre cómo hacen los agentes de campo para manejar a los menores detenidos que se encuentran bajo su cuidado.