SAN SALVADOR .- Tania, la mujer salvadoreña que perdió a su esposo e hija cuando estos intentaron cruzar el río Bravo nadando hace unos días para ingresar a Texas regresó a su país. Antes de la llegada de los restos de sus seres queridos, cuya muerte capturada en fotografía provocó indignación a nivel mundial.
Tania Vanessa Ávalos llegó a El Salvador con Milton de Jesús Paredes, un amigo de la familia que estuvo con ellos en su malogrado intento por entrar a Estados Unidos.
Visiblemente perturbada, no hizo comentarios. La joven ha pedido a la prensa que la dejen sola, que respeten su dolor.
Por razones logísticas, las autoridades decidieron transportar por tierra los cuerpos de Óscar Alberto Martínez Ramírez, de 25 años, y Valeria, de 23 meses, los cuales se prevé lleguen el domingo.
El vicecanciller para los salvadoreños en el exterior, Mauricio Cabrera, dijo que la tragedia “ha consternado a la opinión pública nacional y mundial”.
A Martínez y a su hija los arrastró la corriente del río el domingo entre la ciudad mexicana de Matamoros y Brownsville, Texas, y sus cadáveres fueron hallados a la mañana siguiente.
La fotografía de ambos bocabajo junto a la ribera con la niña metida debajo de la camisa de él y el brazo de ella alrededor del cuello de su padre ilustra claramente los peligros que los migrantes y los solicitantes de asilo enfrentan al intentar llegar a Estados Unidos.
Lugar donde encontraron sin vida al esposo e hija de Tania. AP
La imagen conmovió también a las personas de Matamoros que han enfrentado decisiones similares.
Viviana Martínez, una mujer embarazada que salió de Cuba con su esposo y su hijo pequeño, dijo que habían visto la fotografía en línea y le había roto el corazón a la comunidad de migrantes allí.
Confesó que, unos días antes, estaba de pie en la margen cubierta de césped intentando dilucidar cómo cruzar.
Yo voy a ser sincera. Yo unos días antes de este terrible accidente, estuve hasta pensando por la desesperación… Y estaba hasta analizando cómo cruzar, pero gracias a Dios me frené porque no quiero arriesgar la vida de mi hijo”, declaró Martínez.
La familia sigue acampando cerca de la estación fronteriza de Matamoros. El desconocer el estado de salud de su bebé nonato le ha generado tanta impaciencia a Martínez que entiende por qué la gente arriesgaría todo.
Tania Vanessa Ávalos, cuyo esposo en hija se ahogaron cuando intentaban cruzar un río hacia Estados Unidos, conversa con el viceministro para los Salvadoreños en el Exterior, a la izquierda, durante una conferencia de prensa en el aeropuerto, tras la llegada de ella a San Salvador, el viernes 28 de junio de 2019. (AP Foto/Salvador Melendez)
Quizás de aquí a algún tiempo las personas se olvidan de eso, y si eso sigue así, muy lento, vuelvan a tomar estos riesgos la gente, porque es muy duro esta espera”, agregó.
Las políticas estadounidenses han reducido drásticamente la cifra de personas a las que se les permite solicitar asilo cada día, luego de un fuerte incremento este año en la llegada de migrantes, en su mayoría centroamericanos.
Hay 2.165 nombres en la lista de espera en Matamoros, mientras que el procesamiento de los casos se ha reducido al mínimo: dos personas un día, una familia el día previo, nadie en los dos días antes de eso.
“No quiere decir que esos 2.165 están todos aquí en Matamoros, porque la gente a veces se desespera porque al llegar a ese número, o que viene con ese último número, te puede tardar entre dos o tres meses para cruzar aquí”, dijo la activista Glady Edith Cañas Aguilar, de la asociación Ayudándoles a Triunfar, un grupo local que apoya a los migrantes.
Anthony Villalobos, un arquitecto de 40 años de Maracaibo, Venezuela, dejó atrás el caos económico y político de su país acompañado de su esposa y dos hijos de 4 y 8 años.
Llegaron a Matamoros el 29 de mayo y ya llevan casi un mes esperando, pero creen que vale la pena la oportunidad de recomenzar en Estados Unidos.
“Tu vida puede cambiar… Es un país de posibilidades”, declaró.
La familia entró legalmente a México, pero muchos centroamericanos lo hicieron irregularmente y algunos incluso carecen de pasaportes. Eso los expone a ser deportados por las autoridades mexicanas, que han incrementado sus controles de la inmigración en respuesta a la presión de Estados Unidos. Para los que huyeron de la violencia en sus países, ese es un desenlace que les preocupa.
“La mayoría se está jugando la vida aquí… A lo mejor te matan en tu país”, señaló Villalobos.
Así, aunque se siente seguro y acepta esperar, cree que algunos seguirán corriendo riesgos a pesar de los ahogamientos.
“Me deportan en México o me paso por el río… Esa gente prefiere tomar ese riesgo que regresar a su país”, agregó.