¡Claro que duele!, por supuesto que las y los oaxaqueños nos sentimos en la orfandad, se nos fue un gigante, el artista contemporáneo que lo mismo defendió el arte, la cultura, como al medio ambiente, los derechos humanos y protestó contra tantas y tantas injusticias en este país, hizo suyas las causas sociales de mucha gente.
El maestro Francisco Toledo era una coraza que protegía nuestro patrimonio y un luchador incansable contra la imposición e injusticias, hoy no tenemos a nadie con ese valor, con ese compromiso y entereza para enfrentar a las fuerzas del poder económico y político, sin ningún interés personal, incorruptible, siempre dispuesto a dar, muy Toledo, caray.
Pero Toledo es universal, no fue ni es de nadie, su exquisito legado artístico perdurará, pero también su activismo debe ser recordado en Oaxaca y México, por ello es importante destacar que una de sus peticiones principales a su familia fue ser velado en ceremonia privada, no le gustaban los reflectores, sus hijos y esposa cumplieron su voluntad.
Este comentario viene a colación porque ayer durante el homenaje luctuoso realizado por el Gobernador Alejandro Murat Hinojosa en el máximo recinto cultural de Oaxaca, el Teatro Macedonio Alcalá se suscitó un desagradable incidente con una ciudadana, la cual no quiso dar su nombre, ni se identificó, mostró su molestia por la breve ceremonia al artista plástico y porque no fue de cuerpo presente.
El Gobernador decidió no emitir ningún mensaje, así nos lo hicieron saber a los medios de comunicación, por respeto a la decisión de la familia Toledo, quienes claramente pidieron en un brevísimo comunicado respetar su dolor, salvo que alguno de los hijos del artista plástico decidiera estar presente en el homenaje y emitiera algunas palabras, pero esto no ocurrió.
Por eso es lamentable que ocurran este tipo de incidentes puesto que no es a Murat Hinojosa al que afectan, sino al maestro Francisco Toledo, al que tanto dicen querer y respetar, lo que menos se quiere es que se politice la muerte de un gran artista oaxaqueño.
Se le tenía que rendir homenaje oficial breve, no se podían hacer discursos ni ceremonias largas, y se hizo en el Teatro Macedonio Alcalá porque es el recinto más emblemático de la cultura en Oaxaca, como se hizo en Bellas Artes en la Ciudad de México, por ello la protesta de la ciudadana estuvo fuera de contexto.
Retomando el legado del maestro Toledo, nos viene a la mente una de sus acciones más recordadas cuando luchó contra la cadena transnacional de comida rápida McDonald’s, ¿se acuerdan?
La empresa de restaurantes pretendía abrir una sucursal en el centro histórico de Oaxaca; sin embargo el artista se opuso y organizó una tamaliza en protesta, justo frente a donde intentaba construir el local la empresa trasnacional.
“Estos sí son de a de veras, y tienen ingredientes naturales”, ironizó en ese entonces el artista plástico frente a los medios de comunicación aquél agosto de 2002. Ese día decenas de personas se arremolinaron entre las ollas de tamales de chile, dulce, mole, rajas y frijol al tiempo que la música de bandas de viento amenizaban la comida.
Toledo calificó como “chatarra del neoliberalismo” a la comida de McDonald’s y de paso todavía en tono sarcástico soltó que le otorgaría las facilidades a la cadena para que se estableciera, pero “en otro lugar”, atajó puntualmente como era su estilo.
A la postre el artista pudo ganarle una batalla a una empresa que factura miles de millones de dólares anuales, pues el entones alcalde de Oaxaca, Gabino Cué Monteagudo, no le quedó más alternativa que declarar que no habría permiso para construir el restaurante en el centro histórico, considerado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Así fue como el activismo del artista universal fue apoyado por miles de firmas ciudadanas y un amplio sector de la política oaxaqueña de ese entonces. Caray, como no recordar esa lucha del maestro Toledo, ejemplo para muchas generaciones.
Y qué decir de la defensa que hizo al Cerro del Fortín en el 2015, cuando el gobierno de Gabino Cué Monteagudo pretendió construir el Centro Cultural y de Convenciones en el único pulmón natural que tiene la ciudad, y que alteraría gravemente el ecosistema, donde se registró la tala de árboles
Aquél 10 de junio del 2015, el maestro Toledo y los vecinos del Cerro del Fortín fueron agredidos por porros de la CTM, cuando le gritaron “ahorita les vamos a romper su madre”, desde el anonimato lanzó uno de los guardias que resguardaban el equipo para el inicio de los trabajos de construcción del estacionamiento en el parque Las Jirafas, primera de las cinco etapas del Centro Cultural y de Convenciones de Oaxaca que se pretendía edificar en dicho lugar.
¿A quién le vas a romper la madre?, da la cara, no seas cobarde, lo encaró el maestro Francisco Toledo, quien al frente de un grupo de colonos y activistas acudió con la intención de informar a los constructores que existía un amparo para la suspensión temporal de las obras otorgado por Miguel Arroyo Herrera, juez primero de distrito con sede en esta ciudad.
En ese entonces el artista juchiteco fue jaloneado por los porros cetemistas que peleaban la construcción de la obra, y posterior a este incidente, el maestro Toledo comenzó la recolección de firmas contra dicha obra.
En ese entonces el incansable promotor de la cultura oaxaqueña declaró a los medios que la obra era un proyecto que impulsaba el entonces secretario de Turismo y Desarrollo Económico, José Zorrilla de San Martín Diego, con la intención de beneficiar al hotel Victoria, de su propiedad, ubicado a un costado de donde se pretendía construir el CCCO, además de que había necesidades mayores en Oaxaca, como la construcción de escuelas o la compra de medicamentos para hospitales.
Al final se impuso la razón y Toledo les ganó la batalla, el CCCO se construyó en Santa Lucía del Camino.
Queda para la historia su legado en la defensa del maíz criollo, su exigencia de justicia para los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa, a quienes les elaboró los papalotes para cada uno de ellos y los echó a volar por el Centro Histórico de Oaxaca, regalando a la gente que veía en su andar por las calles, testigos mudos -infinidad de veces- de su lucha.
En Juchitán, su tierra natal, donó el edificio que hoy alberga la Casa de la Cultura, también con dinero propio instaló diversas cocinas comunitarias en el Istmo luego de los devastadores sismos de septiembre que sacudieron la región istmeña, para que sus paisanos y paisanas tuvieran alimentos.
En la Ciudad de Oaxaca fundó el Instituto de Artes Gráficas (IAGO) y el de San Agustín Etla, dos sitios culturales que tanto amó y que quedan como patrimonio de las y los oaxaqueños.
Y lo que es el destino, el artista universal juchiteco se va justo un 5 de septiembre, fecha emblemática para Juchitán por la batalla ganada al ejército francés, otro dato importante que también queda para la historia.
Por ello las y los oaxaqueños debemos preservar el legado del gigante de las artes, ya no tenemos a otro de esa talla, ese es el mejor homenaje que le podemos brindar a quien generosamente nos regaló un gran patrimonio cultural.
¡Honremos su memoria!
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