Ian Bremmer recuerda la vez que conoció a Justin Trudeau, en la reunión anual de elites en el centro vacacional suizo para esquiar de Davos.
Bremmer, un prominente experto en política exterior, dijo que la fiesta de Canadá en el foro económico mundial es generalmente “la cosa más aletargada que uno puede hacer“. Regularmente efectuada en un hotel de segunda categoría, y cuando uno acude es porque de ahí uno irá a otro sitio. Pero a inicios de 2016, el nuevo líder canadiense, alto y esbelto, hijo del icono liberal y ya fallecido primer ministro Pierre Trudeau, llegó.
“Fue una locura. Todos querían estar ahí. Él era toda una estrella en el escenario mundial ese año. La idea de que un primer ministro canadiense pudiera tenar ese tipo de impacto y poder de una estrella fue delirante”, dijo Bremmer, presidente de la firma de consultoría Eurasia Group. “Él es considerado uno de los buenos, uno de los globalistas. Pero seamos honestos, su estrella ha mermado”.
Las encuestas muestran que Trudeau podría perder ante su rival del Partido Conservador en las elecciones generales del lunes o fracasar en su intento por obtener la mayoría de los escaños en el Parlamento y verse obligado a apoyarse en un partido de la oposición para mantenerse en el poder. No ha sucedido desde 1935 que un primer ministro canadiense en su primer periodo en el cargo con una mayoría parlamentaria pierda su intento de reelección.
Una combinación de escándalos y altas expectativas ha dañado sus posibilidades.
El mes pasado surgieron fotos de un Trudeau en su juventud con el rostro pintado de negro o café, lo que generó dudas sobre su juicio. Y el atractivo hombre de 47 años de aspecto juvenil se vio envuelto en un escándalo que estalló a inicios de este año, cuando su ex fiscal general dijo que él la presionó para impedir la acusación a una compañía quebequense. Trudeau ha argumentado que lo hizo en defensa de los empleos.
“No creo que esté totalmente invalidado, pero ya no es la atracción, el líder, en otras palabras, que la gente deseaba y esperaba”, afirmó Robert Bothwell, un profesor de historia canadiense y relaciones internacionales de la Universidad de Toronto.
El rival de Trudeau, Andrew Scheer, es un político de amplia trayectoria que es descrito por miembros de su propio partido como insulso, un posible antídoto para quienes están cansados del exhibicionismo de Trudeau. Scheer, de 40 años, se refiere a Trudeau como un farsante que ni siquiera puede recordar cuántas veces se ha pintado el rostro de negro.