CDMX.- A menos de dos semanas de concluir su encargo como presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), Luis Raúl González Pérez admite que “no ha sido sencillo mantener la autonomía” de la institución.
Recuerda que en 2014 se comprometió a ser un ombudsman incómodo y que desde ese momento ha enfrentado “tormentas y huracanes” por la reacción del gobierno federal ante el posicionamiento de la CNDH en temas como la Ley de Seguridad Interior, la presunta ejecución extrajudicial de más de 15 civiles en Tlatlaya, la Guardia Nacional y la modificación de las normas de operación de las estancias infantiles, entre otros.
Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador fueron los presidentes con los cuales convivió González Pérez, pero de este último desacredita los pronunciamientos “sin sustento” que ha hecho en contra del organismo autónomo -acusó a la CNDH de tener poca moral y de ser omisa en casos como el incendio de la Guardería ABC-.
Sobre el riesgo que enfrenta la comisión de perder su autonomía en los próximos cinco años, el ombudsman dijo ser optimista en que el Senado de la República elegirá a alguien alejado de las autoridades.
¿Se va satisfecho con su trabajo?
– Me siento satisfecho con el esfuerzo que hicimos, pero muy insatisfecho con los retos y desafíos en materia de derechos humanos; con no tener 100% de cumplimiento de las recomendaciones; con las 40 mil desapariciones; con la grave violencia contra mujeres, periodistas y defensores civiles; con lo que sucede en los penales de algunas entidades federativas y con la tortura que subsiste.
¿El país cambió en los cinco años que usted fue ombudsman?
– En derechos humanos hay claroscuros, nos dimos leyes perfectibles, pero con grandes estándares. El gran problema para México es la materialización de esas leyes.