La política, es bien sabido, que para conservar la República, se vale de principios, de valores, de la razón, de la justicia, de la ley, de la eficiencia. En cambio, para la conservación del Estado, solo vale ser eficaz, no hay de otra, las fuerzas extra estatales cuentan, son demasiado peligrosos.
En la conservación de la República, existe una razón, la razón universal de la justicia, de la equidad, de la libertad, que necesariamente deben ser tomadas en cuenta a la hora de decidir, de legislar, deliberar, gobernar o administrar, es una recta razón. En cambio, la razón en la Razón de Estado tiene un carácter instrumental, es la capacidad de cálculo de los medios más adecuados para la conservación del Estado.
Desde luego, la Razón de Estado también puede pretender la conservación de la República bajo otros medios, cuenta la eficacia con que lo haga a partir del uso de los medios más acordes. El cálculo de los medios distingue a la Razón de Estado, el cálculo de los fines distingue a la política, ambas son útiles en el mundo moderno y ambas son materia del oficio de gobierno.
La Razón de Estado le es propia saber de las pasiones, valores, principios y esperanzas de los hombres, a la política le es propia los cuidados de las instituciones, de las normas que hacen posible la convivencia política de seres tan disímiles.
Aparece por esto el carácter persuasivo, de convicción, de responsabilidad, de vocación, para el mantenimiento de las instituciones y del buen uso de las normas, de su carácter valorativo de la política, en cambio, la Razón de Estado, asume las cosas como son, al desnudo, a partir de la realidad se alza el dispositivo, del mecanismo, sea para resolver un problema o para controlar un conflicto.
Los políticos de hoy se concentran en el manejo de los asuntos para conservar una República, estabilizar el gobierno, que se responda a las expectativas ciudadanas es el único horizonte. La acción administrativa del gobierno se asume como el mundo de la política, los principios y los valores fundamentales de la política sirven de referencia básica, no se alcanza a visualizar el grave conflicto de estar perdiendo el Estado.
El proceso de pérdida del Estado es uno de los conflictos más importantes del mundo moderno, los datos sobre la desigualdad mundial, los grandes conflictos migratorios no son más que expresión de la decadencia de los Estados. La proliferación de la violencia en todas sus expresiones, del terrorismo, del narcotráfico, de la existencia de los gobernantes de los imperios que ponen en peligro la propia existencia humana, el mando sobre el poder mundial que tiene el capital especulativo, son los referentes básicos de la decadencia del Estado.
Desde la óptica del Estado, los gobernantes tienen una vida plagada de preocupaciones, ansiedades y cargas. Es una vida de servidumbre a los grandes problemas y conflictos de las sociedades cada día más demandantes. Ante la impotencia de afrontar con éxito los conflictos y los problemas, los gobernantes se abren el camino para cometer injusticias y sustraer los recursos públicos.
La ansiedad de robar los recursos públicos, es incontenible por el simple hecho de ocupar un cargo público, la banalidad de la corrupción es un grave cáncer de la gestión pública. El deseo de superioridad y del orgullo de ser considerados superiores en un mundo mediocre es el alma de los funcionarios de gobierno en el mundo.
No soportan la igualdad ciudadana y no pueden vivir sin abusar de los ciudadanos más desprotegidos. Sus ansias de poder y su sed de superioridad los vuelve un peligro para la sociedad, huyen de los ciudadanos honestos y buscan la amistad de los malvados y mezquinos.
Esta realidad, sencillamente no se puede abordar con éxito con la sola política, es menester asumirla como un asunto de la Razón de Estado. La mejora de la administración pública como la parte más visible del Estado se considera urgente, los problemas y conflictos reducen al Estado como un simple espectador impávido ante esta nueva realidad.
La aparición de los superhéroes en el mundo de la ficción, es el reflejo de esta impotencia. La apropiación privada de los recursos públicos, de la toma de decisiones que a todos concierne, del proceso de desaparición del lenguaje de lo público es mucho más grave.
La velocidad de las alternancias de los gobiernos del mundo, es también reflejo de esta situación. A esta realidad algunos les llaman la impotencia de la democracia ante el exceso de las demandas, se debe al agotamiento de un modelo de gobierno y de la necesidad de la reconsideración de la Razón de Estado.
El Presidente de la República se ha referido a la Razón de Estado para combatir el problema de drogadicción de los jóvenes mexicanos, tal vez deba reconocer que existen muchas áreas del gobierno que deben ser abordadas bajo la óptica de la Razón de Estado.
Es necesario abrir el camino para la democracia republicana, con un Estado de derecho, de bienestar, soberano, responsable, democrático, plural, intercultural, eficaz para proteger a los ciudadanos y a sus bienes. Entonces, el problema es como nutrir las fuerzas del Estado.