El sentido común le hace saber al político, sobre todo al gobernante, nunca debe plantearse una acción o una acción de gobierno que no pueda obtener éxito o que no pueda ganar, esta sencilla disposición es olvidada por los políticos quienes embriagados por la emoción y la falta de cálculo se proponen a embarcarse a objetivos que de antemano saben que no van a alcanzar.
El político o el gobernante valiente regularmente gozan de hombros que son capaces de sostener el peso de un Estado o de una nación. El valiente es también un hombre que goza de un enorme corazón que se ofrece como un enorme jardín de sabiduría. En los tiempos modernos la valentía y la sabiduría, bien combinadas, producen excelentes beneficios a la sociedad. Fuerza e ingenio son dos medios del buen político.
Ni duda cabe que en la sociedad nacen y existen, mujeres y hombres, verdaderos leones dispuestos a encarar la vida con fuerza y valentía, sin embargo, cuando la buena fortuna y los cielos les concede la buena nueva, de obtener del poder del Estado, regularmente creen que lo lograron por méritos propios y se olvidan de agradecer a los cielos y a las personas que les ayudaron a escalar los difíciles escalones de la política. Un buen político es una persona agradecida.
De la misma manera, el político al llegar a su objetivo de vida y se siente un ganador, no debe olvidar que lo importante es tomar lo que gana en sus manos con amor y respeto y estar dispuesto a compartirlo con sus conciudadanos y no tomar lo ganado sin un ápice de gratitud.
Alzar la mirada a los cielos en señal de gratitud le impide al político perderse en sí mismo por los atractivos que ofrece el ejercicio del poder y por ocupar la cúspide de las estructuras del gobierno.
La práctica del ejercicio del poder conduce a la repetición de las mismas estrategias y al mismo tipo de órdenes, el político debe de saber que después de un tiempo, sus adversarios sabrán qué hará, no faltará el día que algún enemigo sepa cómo contrarrestar la estrategia propiciándole una segura derrota. Las costumbres y el uso repetitivo de los medios hacen del político un ser transparente para sus enemigos.
El político debe de saber enfrentar a sus enemigos en tiempo y forma, si se cree poderoso seguramente enfrenta a sus enemigos al mismo tiempo, lo que le puede acarrear una segura derrota, por el contrario debe de enfrentar a sus enemigos a cada tiempo y con estrategias diferenciadas. En esto consiste unir la fuerza con el ingenio. Así, si el enemigo cuenta con diez trucos él debe contar con cien.
Fijarse en los atributos de los animales es una práctica de los buenos políticos, así se dice que debe ser fuerte y agresivo como un lobo, valiente e inteligente como un león y veloz como una pantera. Habría que recordar también que la comparación del hombre con los animales ha sido un método para llegar a la identidad humana.
Una de las diferencias fundamentales del humano con los animales es que el hombre se entrega fácilmente a los brazos del ego, que es un desencanto de la sabiduría, ni más ni menos. De la misma manera la venganza en el político debe tomarse fría como lo es en el mundo animal, una respuesta efectiva a una acción.
Se debe saber que cuando la ira se sube a la cabeza la lógica desaparece. Pero también se debe saber que sólo un lobo enojado puede vencer a un chacal loco. El político debe saber, por tanto, usar el ingenio en los momentos adecuados.
El ingenio también se utiliza para buscar buenos aliados en la política, se ha de saber, por tanto, que un enemigo listo es mejor que un aliado tonto. Los apoyos políticos son fundamentales, se debe saber que apoyarse en seres que pronto fenecen o se deterioran es una mala conseja.
De la misma manera, en las relaciones políticas la semejanza con los animales ilustra la manera del comportamiento político, por ejemplo, se ha de saber que un simple perro que ladra no puede asustar a los lobos.
La dualidad humana siempre se hace presente en la vida del político, en razón de ello, el comportamiento se hace indispensable cuidar, así es pertinente cuidar el ser interior en la soledad y cuidar las palabras en público.
En el mundo de la política las relaciones de poder se llegan a una exposición que puede dañar en forma grave la existencia, tener la perspectiva adecuada en las luchas de poder es indispensable, así, pensar en la seguridad de la victoria no viene del político que sólo piensa de cómo derrotar al enemigo sino del político que piensa en como enterrarlo. De la misma manera, el que siempre duda es difícil que obtenga la victoria.