En las grandes crisis sociales, económicas, políticas y sanitarias, como la del Covid 19, los gobernantes no pueden fallar en el planteamiento del problema, habría que recordar que un exacto planteamiento del problema es la mitad de su solución.
La primera consideración metodológica que habría que hacer para comprender las crisis, es la idea de totalidad. Bajo esta idea se quiere decir que el pensamiento, la idea, como las crisis, la materia, son consecuencia de un flujo universal, no es acertado, pensar entonces, que pensamiento y realidad estén separados.
La serie de condenas públicas hacia el manejo de la pandemia, está precisamente en el método del control, no en los resultados parciales. Será hasta el final del proceso donde se podrá evaluar el proceso y el método.
Desde luego, las crisis, tanto la sanitaria como la económica, si las consideramos como un todo, es una crisis de nuestra civilización, si las percibimos como crisis separadas, esta será la experiencia que tengamos de ellas.
En cambio, si las percibimos como un todo, continuo e interconectado, es evidente que cambiará el modo de relacionarnos con todas las formas de vida y con nuestra propia conciencia de las crisis, así, la conciencia de los gobernantes respecto a la realidad será mucho más certera y por tanto, tomarán las decisiones más adecuadas para superar cualquier tipo de crisis.
Desde luego, no podemos exigirle a los gobernantes que sean metodólogos, pero si podemos exigirles que tengan una visión de totalidad de la realidad, de la época y de la sociedad que les tocó gobernar.
Los filósofos hablaban del concepto de totalidad concreta, que no era más que un ejercicio que parte de la realidad tal como se presenta, se hace un ejercicio de abstracción de esta realidad, se trata de descubrir sus leyes históricas, su naturaleza, una vez hecho este ejercicio se vuelve a la realidad, a lo concreto, pero ya muy bien pensada. Esta realidad se presentará muy clara y muy diáfana, lista para actuar sobre ella.
Partir de la totalidad hace que los gobernantes sean creativos, esta creatividad nadie ha sabido de donde surge y se crea. Se considera bastante misteriosa porque no procede de nosotros, según algunos, para otros, solo es consecuencia de que seamos una abstracción de un flujo mayor y universal de inteligencia.
La praxis de la totalidad, como acción y pensamiento, hace del gobernante un ser muy especial con capacidad creativa para no dejar el timón del barco a la deriva ante las inmensas olas de un mar enfurecido.
En política, pensar dualmente, concebir que exista una dualidad entre mente y materia, entre pensamiento y acción, evidentemente es un error. En realidad, el mundo está hecho de una sola cosa: de mente y realidad física, como un todo, como totalidad.
Sólo los intereses de los capitalistas hizo posible la parcialización de las ciencias sociales, para los inteligentes antiguos, sólo había dos ámbitos de estas ciencias, unidos en uno solo: el materialismo dialéctico y el materialismo histórico. Un pensador de este método fue capaz de hacer comprender el capitalismo: Carlos Marx.
Estas ideas cuestionan con seriedad la existencia individual de los gobernantes. Es un engaño, suponer, entonces, que cada gobernante sea en realidad independiente, que interactúa con sus gobernados y la naturaleza de las cosas, en realidad, no es así, todo es una proyección de una única totalidad. Para decirlo, en síntesis, el Presidente de la República no es tal por ser Andrés Manuel López Obrador sino que es tal por ser producto de un momento, de condiciones concretas de la historia nacional, de nuestra totalidad pues.
Cierto, los gobernantes existen como fenómenos separados, sí, pero sólo antes de ser absorbidos de nuevo por un movimiento mucho mayor. Nunca están reamente separados entre sí y de sus gobernados; son más bien como los arabescos de la alfombra o los remolinos de la corriente de agua.