La aparente normalidad regresó al primer cuadro de la capital oaxaqueña. Entre discos piratas, artesanías chiapanecas, chapulines fritos, el pregonero caminaba de extremo a extremo entre las calles de 20 de Noviembre y las Casas para ofertar cubrebocas.
Desde arriba, los lunares de colores por las lonas de los comerciantes ambulantes no dejaban apreciar por completo los monumentos históricos, desde abajo un remolino de personas transitaban entre los puestos.
Con cubreboca colocada entre la nariz y boca, en las manos, así como muchos más en el cuello y cabeza, las y los oaxaqueños demostraron nuevamente “inmunidad” ante el Covid-19.
Las 34 defunciones registradas por la pandemia y los 212 contagiados, son números que no inmutan a los ciudadanos.
Aunque a nivel federal se ha manifestado que la entidad casi alcanza el 65 por ciento de la meta de reducción de la movilidad, con la llegada de los ambulantes a las calles todo parece normal. Sentados a un costado de las banquetas, las y los oaxaqueños se sintieron nuevamente inmunes.