Es muy importante saber, en estos momentos críticos, si los políticos tienen conciencia, si son conscientes, que tienen sentimientos, pensamientos, ideas, deseos, subjetivos y privados. Pues son actores fundamentales del mundo, de nuestro mundo, pues lo que es seguro, tienen una perspectiva singular y personal del mismo.
Aquí está el problema. ¿Cómo hacer que esta perspectiva singular y personal tenga que ver con el interés común?. Esto nos lleva a plantear que el político, como hombre de lo público, tiene que nutrir esa perspectiva singular y personal con los problemas de lo público. Desde luego, se tiene el problema de definir los problemas de lo público.
Aquí volvemos a los planteamientos que se han hecho en estos escritos: el cultivo de la mente de los políticos, acción necesaria para la vinculación de sus experiencias personales y particulares con las cuestiones de lo público. Pensamiento y realidad no son dos realidades distintas. Si regresamos al origen de esta supuesta dual, recordamos la supuesta dualidad entre mente y cuerpo.
De la misma manera, se ha podido demostrar que los estados mentales se hallan íntimamente vinculados con los estados cerebrales. Una mente sana de un político es, necesariamente, un reflejo de su salud cerebral.
Lo que es cierto es que todo político tiene que ser un hombre universal, un hombre de su tiempo, sin negar su particularidad, de acuerdo a sus experiencias, a sus particularidades, a sus objetivos y a sus circunstancias, sin perder de vista esa universalidad.
La universalidad de la conciencia del político, no puede hacer de ladola idea de que existen experiencias, como la de los murciélagos, que no es posible experimentar, que la comprensión de estos hechos se debe a su naturaleza subjetiva, el hecho de que, en esencia, entrañan un punto de vista particular.
Se puede entender, entonces, que existen hechos particulares y específicos que ni la física puede captar, por esta razón, se debe entender que existe un mundo más allá de la física.
Lo cierto es que remitir la consciencia del político a una explicación meramente física del mundo todavía se tiene un enorme trecho por delante. Por eso, para nuestros políticos es un verdadero reto poder entender el mundo de la pandemia y el mundo de la crisis económica prevalecientes, hay algo más que traen estos fenómenos.
El político debe resolver el problema de identidad planteado en forma de preguntas que debe contestar con certeza y honradez: ¿Qué hace que tú seas tú?.
¿Cuáles son las condiciones necesarias y suficientes para que el político sea en determinado momento la misma persona que en un tiempo después?.
Lo que se puede decir es que su afirmación de identidad está vinculada a la totalidad del cerebro.
Es bien cierto que no se sabe cómo surge la conciencia o la actividad mental del cerebro, pero no se puede dudar de que el cerebro sea el origen de esa actividad. Por esta razón, la existencia de políticos con lucidez mental es expresión de cerebros funcionando adecuadamente.
Por estas razones, por supervivencia de millones de seres humanos, necesitamos de políticos sanos y con gran claridad en sus ideas para salir avante en estos momentos de crisis.
Necesitamos de políticos de gran continuidad psicológica como criterio fundamental para evaluarlos adecuadamente. Todo político debe tener una identidad personal sólida para transmitir confianza, puesto que nuestras vidas están en sus manos.
De acuerdo con todo esto, el político deberá alimentar su capacidad mental para poder desempeñar, con éxito, los cargos a favor de la humanidad, de los ciudadanos, de las personas. Sólo eso les pedimos.