Además de impulsar la adquisición de activos chatarra, el exdirector desató una crisis entre sus proveedores por falta de pago. Foto: Tomada de Internet
La destrucción de valor fue la constante de la gestión de Emilio Lozoya Austin al frente de Petróleos Mexicanos (Pemex), de diciembre del 2012 a febrero del 2016. El ex director fue trasladado ayer 15 de julio, en calidad de detenido desde Málaga, España, a la Ciudad de México, para ser juzgado por corrupción y cohecho por recibir sobornos para tomar decisiones que afectaron las finanzas del país. La Fiscalía General de la República espera obtener del exfuncionario información que permita relacionar a otros implicados en estos hechos. Se trata del primer funcionario ligado a la red de sobornos de la brasileña Odebrecht que es procesado en el país.
Y a pesar de la complicada situación en que la gestión de Lozoya dejó a la petrolera mexicana, no se habla de procedimientos administrativos por sus decisiones, que también son cuestionadas al efectuarse en el marco de la discusión de la reforma legal más importante en materia energética desde la expropiación del petróleo.
En enero del 2016, cuando Lozoya dejó el cargo que ocupó por casi cuatro años, Pemex registró la mayor pérdida financiera en su historia, la menor producción de crudo en 25 años, una caída de 48% en los ingresos por exportación petrolera de un año a otro y pasivos equivalentes a 1.5 veces los activos de la empresa.
Hasta el último reporte financiero de Pemex mientras Lozoya estaba al frente, la empresa acumuló una pérdida de 712,567 millones de pesos al cierre del cuarto trimestre del 2015, con un patrimonio negativo de 1.1 billones de pesos. El pasivo laboral de Pemex superó los 1.5 billones de pesos cuando Lozoya dejó la dirección de la petrolera.
A partir de finales del 2014, el precio internacional del crudo comenzó a despeñarse, arrastrando a la mezcla mexicana de exportación de un nivel de 90 a 26 dólares por barril en su nivel más bajo, para luego estabilizarse en alrededor de 40 dólares. Ante ello, en Hacienda decretó primero un recorte de 62,000 millones de pesos y luego de 100,000 millones de pesos a Pemex, con lo que la estatal dejó de pagar a proveedores y contratistas hasta acumular deudas de 147,000 millones de pesos.
Arturo Carranza, experto en energía, explicó a El Economista tres aspectos que resaltan de la dirección de Lozoya: el primero en materia de exploración y producción no hubo nunca una estrategia definida, como la que existe ahora, de nuevos desarrollos, o la que se manejó en administraciones pasadas enfocada en grandes yacimientos, aguas profundas, Burgos o Chicontepec. Tampoco se presentó la intención de sustituir reservas y, de hecho, entre 2012 y 2016 las reservas probadas del país cayeron 25% y la tasa de restitución de éstas bajó de 101% a 67% en 2015, el último año completo bajo la gestión de Lozoya.
En segundo término, durante su dirección de instrumentó una estrategia de financiamiento de las más agresivas que hemos visto, sobre todo el moneda extranjera. Así, cuando cayó el precio del petróleo, se disparó hasta los niveles actuales y en tercer lugar, a partir de entonces, ni se instrumentaron programas de recortes o de priorización de campos, sino que se sostuvo el gasto, lo que en buena medida explica el deterioro financiero actual de la empresa.