Después de casi ocho décadas en las que albergó a miles de personas privadas de la libertad, muchas de las cuales fueron grandes capos de la droga como Joaquín “El Chapo” Guzmán, el penal del Topo Chico cerró definitivamente sus puertas.
El cierre de este polémico penal, del cual se dice existió dentro de él el infierno, ha dado paso para crear un mejor control penitenciario, pero también ha reducido hasta en un 70 por ciento los índices de extorsión en el estado de Nuevo León.
Curiosamente la desaparición de esta cárcel de máxima seguridad también acarreó la baja del número de homicidios, suicidios y muertes naturales en todas las cárceles del estado, en comparación con las cifras registradas de 2010 a 2018.
Extorsión daba hasta 10 millones de pesos al mes
Según declaraciones del secretario de Gobierno Manuel González, la extorsión era uno de los delitos que les generaba mayores ganancias a los grupos criminales que controlaban el centro de readaptación social, pues tan sólo en una semana les reditúaba ganancias de hasta 10 millones de pesos.
Por medio de trabajos de inteligencia se ha dado a conocer que al interior de este penal existía toda una red de extorsionadores que operaban desde adentro de la prisión y que tenían expedientes con datos de mil 600 internos por lo que conocían donde vivían antes y quienes eran sus familiares.
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