Genialidad
Ni duda cabe, en algunos momentos, etapas, correlación de fuerzas, momentos complejos y críticos, la operación política necesita de la genialidad. Esta solo puede operar cuando “se deja volar” la inteligencia, cuándo esta tiene plena libertad, no está encerrada en muros, modelos, teorías deterministas, de aquí de la sensación de espontaneidad de la genialidad. La genialidad no tiene marca, es posible en todos los seres humanos, es posible en todos y en todas, por tanto, es nata, no es enseñable.
Es una energía que nace de los adentros del ser humano, es conjunción, unidad, convergencia, sin aparente plan determinado. Esta energía puede adquirir forma mediante el esfuerzo y la diligencia, un acompañamiento de esta naturaleza a la genialidad ayuda, fortalece. A la genialidad no es prudente programarla, esperarla, porque no deviene de un camino determinado, tampoco habría que esperarla, cuanto mucho puede ser motivo de deseo. Sin embargo, siempre habría que preparar su llegada, por si acaso. La genialidad es la fase superior del talento, su hábitat natural es la adversidad, de esto no hay duda.
Fracaso
No hay nada peor, para la operación política, que el fracaso. Tan solo su referencia es maledicencia. Sólo vale el fracaso como experiencia ajena más no propia. El fracaso es la peor desesperanza, es desesperación. El miedo al fracaso limita la grandeza de la operación política, fomenta la mediocridad. La caída, el fracaso, no es producto del andar pausado, paso a paso, con cadencia. En el fracaso el intento de levantarse es ya una manera de no fracasar, atreverse a enfrentarlo se está en el camino correcto.
Insensatez
En la operación política, campo de lucha, de correlación de fuerzas, de juegos de poder, de glorias o fracasos, puede surgir la insensatez, verdadero enemigo de la razón, del buen sentido de las cosas, su consecuencia no es posible medirla al momento, los ojos se pierden en el horizonte inmediato.
Es compañera de la genialidad pero en su sentido contrario. Con la insensatez se está en la seguridad del mejor camino para llegar al fracaso, ella se concatena con suma facilidad. Sin embargo, la insensatez de los otros es buena enseñanza y buena experiencia.
La insensatez es compañera ideal de la necedad, las dos se alimentan mutuamente. No hay peor insensatez en la política que la del operador político, es el camino seguro hacia el infortunio. Es prudente advertir a la insensatez a tiempo, su castigo no es remedio alguno. La insensatez produce vergüenza más que tristeza.
Cipriano Miraflores