A raíz de los problemas que tiene el socialismo cubano, nos obliga a reflexionar sobre el capitalismo.
Un conocimiento del origen, desarrollo y la posteridad del capitalismo es necesario para el político. Es su realidad, es su entorno, sería un problema en su accionar sin este conocimiento. El capitalismo es una etapa más de la historia de la humanidad a partir de tres componentes básicos: la producción, el consumo y la distribución.
Son características básicas del capitalismo: la existencia de la propiedad privada, el libre mercado, el Estado como promotor de las relaciones comerciales y otorgar seguridad a todo lo que conlleven estas relaciones, todo lo que es necesario para producir bienes, apropiación privada del trabajo de los obreros. Todo se vuelve mercancía.
El capitalismo tiende a la concentración de la riqueza en unas cuantas manos, se apropia del poder por la acumulación de esta riqueza. Se supone que la única manera de suprimir el capitalismo es acabando con la propiedad privada.
Es de reconocerse que el capitalismo ha desarrollado la ciencia, la técnica que ha mejorado la vida humana, sin embargo, su gran déficit que ha producido es una gran desigualdad que no cabe justificar ni con los argumentos de las libertades que ha producido este modo de producción.
A principios del siglo XXI, se estimó que un 85 por ciento de los bienes de la Tierra pertenecen tan sólo a una décima parte de la población. La mitad más pobre de los habitantes más pobres del mundo, en cambio, sólo poseía el uno por ciento de la riqueza mundial.
Desde luego, esta situación debe ser preocupación del político. La política asistencialista es sólo un remedio pasajero. Si no encontramos pronto una solución estamos en peligro de presenciar del fin de la humanidad. Abrir la mente al problema es un deber del político moderno.
La pobreza no es un hecho natural, es una construcción humana, es decir, es evitable. Este es un primer principio que debe comprender el político. La pobreza es una consecuencia de la mala distribución de los recursos existentes en el mundo, vale decir que existen suficientes recursos para resolver el problema.
La justicia social implica encontrar una forma idónea para lograr una distribución de estos recursos. La pobreza implica que las personas y los pueblos no pueden acceder a la satisfacción de sus necesidades básicas. Cabe señalar que el término de pobreza puede ser relativo y absoluto.
Una organización social justa requiere que todas las personas tengan la misma oportunidad, a partir de la misma base, de fomentar sus intereses, incluso si algunas personas aprovechan mejor esta oportunidad. Para ello, no vasta la libertad de mercado, se necesita del Estado.