Casi 25 kilómetros de teleférico surcan el cielo del Valle de México. Son tres líneas de transporte público por cable que mueven a miles de pasajeros a través de difíciles orografías. Dos están en la Ciudad de México y una en el Estado de México. Pero el avance de este transporte no parará ahí: está en construcción una nueva línea en Ecatepec con 8.2 kilómetros de extensión y se habla de planes para un teleférico en Naucalpan y otro en Magdalena Contreras-Tlalpan.
En poco más de cuatro años el Valle de México ─esa enorme mancha urbana donde habitan más de 20 millones de personas─ ha conformado una modesta red de teleféricos. Hasta el momento, ninguna de las líneas en operación tiene interconexión entre sí, pero pronto ocurrirá: de una estación del teleférico del Estado de México saldrá una nueva línea hacia Indios Verdes, en Ciudad de México, adonde también llega la Línea 1 del Cablebús capitalino.
En un estudio de caso sobre los transportes por cable de América Latina, el Banco Mundial refiere que “si bien este sistema se ha utilizado mayoritariamente como solución para deportes de montaña y otras aplicaciones […] Muchas ciudades latinoamericanas han invertido en infraestructura de teleféricos como solución a los problemas de accesibilidad y conectividad de los asentamientos en laderas, en su mayoría informales y con escasez de servicios”.
En el caso del Valle de México primero fue el Mexicable. En octubre de 2016 se inauguraron los primeros 4.9 kilómetros de teleférico, en el municipio de Ecatepec, Estado de México, donde residen miles de personas que trabajan en la capital. A través de siete estaciones y 185 cabinas esta ruta inicia en la Vía Morelos, recorre el pueblo de Santa Clara, cruza la autopista México-Pachuca, sigue por la colonia Hank González y concluye en la región de La Cañada.
Cuatro años tardó en llegar el segundo sistema de teleférico: el Cablebús de la Ciudad de México. La Línea 1, que va de Cuautepec a Indios Verdes, tiene 9.2 kilómetros y a través de siete estaciones y 377 cabinas permite que los habitantes de la zona alta de la alcaldía Gustavo A. Madero ─el extremo norte de la capital─ bajen al Centro de Transferencia Modal de Indios Verdes, donde pueden abordar la Línea 3 del Metro, o las líneas 1 y 7 del Metrobús. E incluso con la Línea 4 del Mexibús, que llega a Tecámac y será ampliada al Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles.
De acuerdo con la Secretaría de Movilidad de la Ciudad de México, 15 días después de su puesta en servicio al pública, la Línea 1 del Cablebús se colocó como la segunda ruta con más afluencia de América Latina, con 56 mil personas usuarias al día. Esto la ubica solo por debajo de la Línea Morada del teleférico de La Paz, Bolivia, que transporta a 58 mil pasajeros al día. En tercer lugar, está la línea amarilla de esa misma urbe sudamericana, con 45 mil personas transportadas al día.
En unos días se pondrá en servicio la Línea 2 del Cablebús. Esta ruta será la más extensa de América Latina con sus 10.2 kilómetros de longitud. A través de 308 cabinas este derrotero permitirá a los habitantes de la Sierra de Santa Catarina, en la alcaldía Iztapalapa, bajar a la estación Santa Marta de la Línea A o a la de Constitución de 1917 de la Línea 8, ambas del Metro, y de esta manera continuar su viaje hacia el centro de la Ciudad de México.
En unos meses hará la propio el Mexicable Tramo II, del Estado de México. Esta nueva línea, que tiene un avance de obra de 70%, saldará de la estación Hank González del Mexicable Tramo I hacia Indios Verdes, donde conectará con la Línea 1 de Cablebús, la Línea 3 del Metro, las líneas 1 y 7 del Metrobús y la Línea 4 del Mexibús. Con sus 8.2 kilómetros de extensión se sumará a los 24.3 kilómetros de teleférico ya existentes para sumar 32.5 kilómetros de transporte por cable en la Zona Metropolitana del Valle de México.
Pero no quedará ahí. La jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum ha dicho que para 2022 se iniciará con la construcción de una tercera línea de Cablebús que interconecte las alcaldías Magdalena Contreras y Tlalpan. Todavía no se conocen detalles como el trazo, monto de la inversión, longitud ni número de cabinas, pero se ha manifestado como un compromiso de la actual administración, por lo que la futura red de 32.5 kilómetros crecerá todavía más.
‘Que no sean moda’
Para la directora adjunta de la Iniciativa Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS) del Tecnológico de Monterrey, Mariajulia Martínez Acosta, el teleférico es una solución a necesidades inmediatas de movilidad, como el acercar a colonias ubicadas en zonas altas o de barrancas de la ciudad con otros sistemas de transporte masivo, pero no es la única solución en materia de desplazamientos en el Valle de México.
En entrevista con Forbes México la también maestra en Planeamiento y Ordenamiento Territorial por la Universidad de Madrid apunta que para que la construcción de teleféricos no se vuelva una moda y se corra el riesgo de no construir sistemas masivos de transporte, se debe elaborar un plan maestro que identifique las necesidades de movilidad de las regiones altas y de barrancas del Valle de México y se elaboren estudios de factibilidad y costo-beneficio de cada proyecto.
“Creo que sería bueno conocer el análisis costo-beneficio de incrementar esta red de teleféricos ¿A qué voy? Sí son una solución, propician la movilidad y acercan a las colonias (de zonas altas), pero no se trata de tener el cielo lleno de teleféricos. Deberíamos estudiar qué otras opciones de movilidad pueden tener un mayor impacto. Entiendo que desarrollar un Cablebús es más económico que una línea de Metro, sin embargo, el impacto que puede tener una red de Metro es mayor”, comenta.
Y agrega: “el tema está en generar opciones de transporte masivo, de calidad, de mayor volumen, y no en al rato tener 10 cablebuses en la Ciudad de México y otros en el Estado de México, cuando existen opciones que, sí pueden ser más caras, pueden implicar más tiempo, pero tener beneficios mayores”.
Todavía es pronto para evaluar si la Línea 1 del Cablebús realmente está trasladado a las personas que se calcularon, o más, dijo, pero “vamos a ver si en uno o dos años la gente lo sigue utilizando, porque se pueden dar cuenta que las estaciones les quedan muy lejos y no hay un servicio alimentador seguro, y no que sea solamente que estuvo lleno porque la gente se estaba yendo a tomar la foto”.
“Desde mi punto de vista quizá podríamos hacer una evaluación en el corto plazo a un año, a mediano plazo unos cinco años y a largo plazo 10, para ver cómo es la dinámica que tendrá este sistema de transporte. Ahora es una moda, (también) está solucionando problemas de movilidad muy inmediatos, pero a largo plazo no sabemos si realmente va a tener un impacto positivo, o en un año ya solamente viajará una persona por cabina”, deja el tema sobre la mesa la maestra Mariajulia Martínez.
Fuente: Forbes