¿Qué son las estatuas: símbolos o efigie donde los pájaros hacen pausas? A veces, ni las advertimos, sabemos que presiden avenidas y mausoleos; pero, a veces la prisa no nos permite reparar en ellas. Sin embargo, la figura de Cristóbal Colón en el Paseo de la Reforma se imponía por la majestuosidad de su presencia: se divisaba desde lejos, rompía la arteria en dos: en el recorrido de ‘sur a norte’ o de ‘norte a sur’ sabíamos que ahí estaba.
Se acerca el 12 de octubre, fecha en que se marca la llegada de Cristóbal Colón a América y la discusión sobre la estatua en su honor sigue causando controversia.
¿Cuándo fue colocada la estatua de Colón en Reforma?
Arribó a México hace casi 150 años en viaje marítimo desde París: desde 1877 presidió una de las glorietas del Paseo de la Reforma, la arteria más representativa de la capital del país. Hace unas semanas, la jefa de Gobierno de Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, notificó el reemplazo de la escultura por un monumento a la mujer indígena que realizaría el artista plástico mexicano Pedro Reyes, aunque después se informó que sería un equipo de especialistas, quien tomaría la decisión final.
El decreto, que divide a los historiadores y a la opinión pública, se da en un el marco de cruzada cultural, impulsada por la 4T, por la reclamación de darle un lugar prominente a los pueblos originarios frente a la hechos de la Conquista.
Sobre el almirante genovés parecer ser que recae toda la connotación alegórica de las derivaciones históricas de su llegada a Las Bahamas en 1492. La efigie, emplazada el año pasado en vísperas del 12 de octubre, las autoridades justificaron la urgencia de una rehabilitación. Pero, fue precisamente, semanas antes de las celebraciones de los 200 años de Independencia (27 de septiembre) que se anunció su futuro destino: ya no regresará a Reforma: la obra del escultor francés Charles Cordier, será trasladada a otro sitio de la Ciudad de México.
¿Por qué divide opiniones el retiro de la estatua de Colón?
“Retirar a Colón es un error, es una afectación a la memoria de la ciudad. Es cierto que tiene claroscuros como todos los personajes históricos, piénsese en Villa o en Hidalgo o los mexicas. Representan una época, la biografía de los personajes es sólo un aspecto. Además se trata de una obra de gran calidad artística de Charles Cordier, como el caso de la figura de Tolsá de Carlos IV, tampoco un personaje muy estimable. No debería hacerse a la ligera, quitar monumentos y censurar la historia casi nunca es buena idea, recuerda a los Talibán que destruyeron las esculturas budistas del siglo VI por no coincidir con el dogma del nuevo régimen”, ha dicho el destacado urbanista Ernesto Betancourt Arriaga.
Por otro lado, el filósofo Guillermo Hurtado, catedrático de la UNAM considera: “El tema se ha polarizado entre los defensores y los oponentes al régimen. Olvidemos esa coyuntura y consideremos las siguientes preguntas: ¿por qué debe haber un monumento a Cristóbal Colón en el Paseo de la Reforma? ¿Qué lugar ocupa Colón en el cuadro de honor de nuestra historia? Es evidente que la visión que se tenía de nuestro pasado, allá en 1892, cuando se levantó el monumento, ya no es la misma que tenemos en 2021. Historiadores mexicanos de la talla de Edmundo O’Gorman y Miguel León-Portilla nos enseñaron que esa versión decimonónica de la historia de América, que tanto ensalza la figura de Colón, es una lectura eurocéntrica que justifica las aberraciones del colonialismo”.
Por su parte, en entrevista con La Razón Alejandro González Acosta, historiador. Investigador del Instituto de Investigaciones Bibliográficas (Biblioteca y Hemeroteca Nacionales) de la UNAM y miembro del Comité Ejecutivo del Consejo de la Crónica de la Ciudad de México, afirma: “Con nocturnidad y alevosía, la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, ha dispuesto que lo que anunció primero como ‘provisional’ y ‘para someter a reparaciones’, ahora se convierta en algo definitivo: el retiro de la estatua del almirante genovés Cristóbal Colón y la demolición de su monumento en el Paseo de la Reforma”.
González Acosta considera que “el ‘odio’ visceral contra los ‘símbolos del pasado’ puede aparejar consecuencias nefastas, como demuestra la historia, incluso la más reciente. Cualquier hispanoamericano que visite España verá en lugares muy honrosos e importantes de sus calles y en plazas muy dignas, monumentos levantados en honor de Simón Bolívar, José de San Martín, o José Martí, y muchos otros patriotas independentistas, sin que nadie reclame o proteste por haberlo sido, como parte de las lecciones que el pasado adecuadamente asimilado puede aportarnos para nuestro crecimiento como naciones”.
El historiador señala que si se quiere honrar a una mujer indígena, que en todo caso sea “‘Doña Marina La Malinche’, como la mujer más representativa de esa historia, lo cual vendría a cumplir irónicamente y al cabo de más de 70 años lo que dijo el Premio Nobel Octavio Paz en El laberinto de la soledad(1950), de ser ella ‘la madre repudiada de los mexicanos actuales’: sería muy justo, entonces, que esa madre, recuperada por las autoridades actuales, ocupe un lugar importante y simbólico en una arteria importante de la capital de todos los mexicanos”.
La controversia continúa, se extiende, cala hondo en varios sectores de la sociedad. “Yo trabajo muy cerca del lugar en un edificio ubicado a un costado. De verdad que paso ahora por ahí y siento un vacío, algo falta: Reforma no se ve igual. Desde que iba al instituto de Contabilidad en mi paso en el camión veía a Colón, mis ojos no se acostumbran a no verlo. Me parece un atentado con el panorama urbano, con la memoria de la ciudad”, expresa Adriana Ventura, oficinista.
¿Quiénes están a favor del retiro de la estatua de Colón?
Para Federico Navarrete, historiador, profesor de la UNAM, antropólogo y divulgador afirma a La Razón que el retiro de la estatua es parte de un proceso: “se está repensando nuestra historia. Realmente la trascendencia de Colón para la historia de nuestro país es muy poca, no descubrió América, es falso; ni siquiera llegó a nuestro territorio; en cambio, me parece que las mujeres indígenas sí han sido protagonistas, deben ser más visibles que un personaje con importancia bastante dudosa”, reitera.
Navarrete afirma que la historia cambia y no es fija, así como los monumentos. “Los hechos del pasado no están fijos, el pasado no es como una piedra sino que es como un bosque. En otras latitudes ha habido destrucción de monumentos de personajes que fueron colonialistas, esclavistas, creo que en este caso la estatua de Colón no iba a durar mucho, porque si regresaba a su glorieta no iba a tardar en ser demolida porque había un claro descontento popular en muchos sectores, porque finalmente es el símbolo de la imposición occidental sobre los pueblos indígenas”, abundó.
Por ello afirma que la glorieta ya no es el lugar de Colón: “Puede estar en otro lugar, se sigue reconociendo, ese sitio de honor ya no le corresponde, es hora de que esos lugares sean ocupados por otros”.
Por su parte el historiador y filósofo Guillermo Hurtado indicó: “Fue un acto político colocar ahí la estatua y será un acto político removerla. Pienso que la mejor manera de entender este suceso es como una “descentralización” de la figura de Colón de la historia de México. No se destruye la estatua, se le cambia de sitio. Es decir, se le mueve del eje central de la narrativa acerca de nuestra historia y se le coloca en otra plaza en donde se la podrá seguir admirando como una obra de arte”.
Se polarizan las consideraciones en complejas, parciales y apasionantes reflexiones. Martín Ríos —profesor de Historia de Europa la UNAM— apunta: “Me parece una decisión inteligente, porque por un lado va a permitir proteger al monumento, que forma parte de la historia de la ciudad, Más de un siglo después, el contexto ha cambiado y ahora tenemos otro, ya no es la idea de que Colón trajera la civilización a México y que México sea deudor. Además, se han puesto en valor las raíces de la cultura indígena a lo largo de todo el continente americano, por eso es importante darle al espacio público el reconocimiento a estas matrices”.
“Todos los años, el 12 de octubre, organizaba una excursión con mis alumnos a la Glorieta de Colón, y allí aprovechaba y explicaba los itinerarios del almirante para llegar a América. Ese paseo que los estudiantes disfrutaban mucho, ya no la podré hacer. Qué pena”, me comenta el profesor de Historia de la Secundaria José Martí de la colonia Narvarte.
Así están las cosas con este asunto de la estatua de Colón: ¿Usted qué opina?
Con información de Adriana Góchez