Sin el pleno reconocimiento de la calidad de pueblo, incluso de nación, de asociación política, de sujeto jurídico de derecho público, de civilización, es pura declaración cualquier otra categoría que se quiera reconocer en la Constitución a los pueblos del Quinto Sol y Afromexicano.
Romper con la visión de sujetos de políticas públicas, de auxilio del Estado, incapaces de tomar su destino en sus manos, de ser entidades de interés público, debe ser el reconocimiento constitucional. Reconocimiento que no solo debe significar un acto jurídico, sino que algo más: un acto de justicia, de libertad, de democracia y de plena humanidad.
Habría que recordar que la categoría de indio para los españoles fue una categoría tributaria y fiscal. Esta categorización estuvo acompañada de dispositivos discursivos, institucionales y pragmáticos de la colonización mediante la descalificación de la población originaria identificándolo con menor de edad, tonto, bestia, incapacitado, que debe ser, por tanto, mandado, gobernado, administrado, conducido, adoctrinado, educado, aplacado, solventado mediante acciones de la administración.
Estas definiciones son revisitados a través de los tiempos para adoptar una nueva posición frente al pueblo del Quinto Sol que implicaba dos caminos: la subordinación o la exclusión.
La definición colonial como sujeto de tributación y fiscal obligó a la categorización del pueblo del Quinto Sol en un cuerpo administrable que pasó desde su definición como raza, etnia, cultura, finalmente como pobre.
Sin entender que se trataba y se trata de una asociación política que expresa necesidad de una expresión de poder en libertad. Los pueblos del Quinto Sol y Afromexicano, en el campo político del Estado y de la nación, están en condiciones de dominio, de subordinación ante una élite política que vino a sustituir a los españoles.
Por eso su reconocimiento como pueblo, con principios de libre determinación, con autonomía, territorio, identidad y proyecto específico dentro del proyecto nacional, es un imperativo, para terminar al fin como objetos tributarios de un Estado que les es ajeno.
Acabar con los vestigios del régimen de ocupación implica un proceso lento que requiere ya su inicio, desde una nueva epistemología hasta la organización comunalitaria reconocida como espacio y componente del Estado mexicano, sobre todo, dejar de lado la connotación de indígena, que solo significa pasado, mal presente y sin futuro.
Hoy indígena quiere decir pobre, por lo tanto, sujeto administrativo, una vez más, su delimitación para seguir la política de la ocupación colonial. Para terminar con esto, se requiere que el pueblo del Quinto Sol y sus expresiones organizativas territoriales de toda la República mexicana, se reconozcan como altépetl, unidad básica de asociación política mesoamericana. Su semejanza con la ciudad griega antigua es extraordinaria.