En la civilización se han establecido protocolos indispensables para la declaración de una guerra entre asociaciones políticas, la guerra contra los pueblos del Quinto Sol fue a todas luces ilegítima e ilegal.
Los pueblos fueron invadidos con lujo de violencia y destruido sus instituciones políticas, sociales, económicas, culturales y religiosas sin motivo alguno más que por la ambición y la maldad.
La supuesta guerra justa sigue hasta el momento bajo otros medios, los aparatos ideológicos del Estado, como la escuela y las leyes, son medios de destrucción. Control, dominación hacia los pueblos.
El descubrimiento no puede ser ni ha sido título para declarar la guerra como lo argumentaron en su inicio los españoles. A la par, la justificación de la guerra contra los infieles pueblos de América originó una tesis sobre la necesidad de tutela hacia los pueblos, tan nefasta y destructora como la propia guerra. Pues los ha mantenido en calidad de inútiles e incapaces de propia iniciativa.
En la Constitución se requiere el reconocimiento pleno de cada uno de los pueblos del Quinto Sol, la devolución de sus territorios y tierras y la seguridad de lo ocupado, pleno respeto de sus formas de organización social, económica, cultural y política. Abrir la brecha para el ejercicio de su propio florecimiento y autodeterminación y facultades autonómicas.
Como no existió ni existe legitimidad alguna para el dominio y explotación de los pueblos del Quinto Sol, se buscó una justificación que les fuera inherente a los pueblos y a su población: el derecho natural de considerarnos materia de servidumbre por una supuesta incapacidad de naturaleza.
El sujeto pueblo originario es la carga de la legitimidad de acción de los colonizadores y de los gobernantes actuales. Ahora no es sujeto de servidumbre por su naturaleza sino por su pobreza, la acción del Estado se legitima por su pobreza, de ninguna manera otorgarles la confianza de que ellos manejen sus propios asuntos. Ayer, por naturaleza son esclavos, hoy, por su naturaleza de pobreza son de requerimiento de la acción del Estado, del gobierno y de la administración pública.
Ayer como hoy a los miembros de los pueblos originarios y a los propios pueblos, se les considera seres incompletos, pobres y miserables, que necesitan de otros, es decir, de los españoles primero y luego del Estado, para alcanzar un mínimo de civilización o de bienestar.
Hacer dependientes a los pueblos del Quinto Sol es y ha sido una estrategia de dominación. Bajo el argumento de ser incapaces de gobernarse a sí mismos se han creado desde el Estado instituciones para gobernarlos, administrarlos, dirigirlos, organizarlos, incluso que tengan legislaciones, secretarías, organismos exprofeso para ello, pero jamás permitirles el manejo de sus propias instituciones.
Una segunda estrategia fue vincularlos a la civilización dominante para ser absorbidos en vista a su incapacidad congénita. Las dos estrategias han sido brutales en sus acciones contra los pueblos de América, sin embargo, a pesar de la tenaz resistencia y la defensa a ultranza de sus identidades, los pueblos están en proceso de extinción de una manera paulatina pero segura, la modernidad no les asegura un lugar en esa historia.
Por eso los pueblos del Quinto Sol necesitan del inicio firme y decidido de una nueva Era y de un nuevo ciclo que logren ocupar un lugar en el mundo con una filosofía de vida y de salvación del planeta, el proceso de destrucción del capitalismo así lo requiere, los pueblos del Quinto Sol es el nuevo sujeto de la historia.