El camino del derecho, desde los inicios, se ha pensado como el más idóneo para el reconocimiento de la existencia de los pueblos del Quinto Sol y Afromexicano.
Desde luego, el avance que durante quinientos años se ha tenido en el ramo tiene apreciaciones de tipo negativo, al sostenerse que las normas del derecho solo han sido declarativas y simuladas, sin efectividad alguna.
Está la otra corriente que considera que si bien no ha habido avances espectaculares por lo menos se ha detenido la velocidad del proceso de extinción de los pueblos del Quinto Sol.
Por esta razón, se sostiene, habría que seguir insistiendo por este camino. Habría que reconocer que el movimiento de los pueblos ancestrales ha hecho su parte para la lucha de reivindicaciones, arribar al poder político en Bolivia ha sido de una riqueza extraordinaria en materia de reivindicaciones jurídicas y políticas, o el caso del Ejército Zapatista de Liberación Nacional que puso al día las demandas de derechos de los pueblos del Quinto Sol de México.
En sus inicios, la ley o el derecho natural fue el ámbito que se pensó más acorde para el reconocimiento de los pueblos originarios. Este concepto se entendió como la manera específica en la que una criatura racional participa en la ley eterna. Si esto es así, se considera injusta e ilegítima una declaración de guerra en contra de un pueblo así concebido.
Esto abrió la posibilidad de la constitución del Estado como única instancia de declaración de guerra. En este caso, los Estados de Anáhuac conocidos por Altépetl, jamás recibieron una convocatoria en este sentido, jamás existió una declaración al respecto.
En este sentido, real y objetivamente el Papa y el gobierno español no podían reclamar territorios descubiertos puesto que tenían legítimos dueños. Así como la Ciudad griega tenía el dominio de su territorio, de la misma manera el Altépetl le pertenecía el control del suyo. La apropiación de territorios y tierras de los pueblos fue, por tanto, un robo, como tal, se tiene que devolver.
Para legitimar la invasión a los españoles no les quedó más que vincular el ejercicio del dominio de la fe con la utilización de las armas. Este esquema no ha cambiado, las armas han sido sustituidas, por la fe en el liberalismo, en el conservadurismo, en el nacionalismo revolucionario, en el neoliberalismo. Se espera que la Cuarta Transformación les otorgue a los pueblos del Quinto Sol apegarse a su propio pensamiento y medios de acción.
Se debe decir que cada doctrina trajo consigo sus medios para dominar a los pueblos originarios, lo último fue la reforma del Presidente Carlos Salinas quien en 1992 abrió las puertas para la privatización de las tierras de los pueblos bajo el manto del neoliberalismo.
Desde luego, no faltó quien antepusiera la teoría racista de la superioridad de unos pueblos para gobernar a los menos aptos, darwinismo político, por tanto. Este estigma de legitimidad del dominador sobre el dominado es clásico en el terreno jurídico, por ejemplo, desconocer el derecho indígena y denominarlo sistema normativo o usos y costumbres.
Parte de las élites gobernantes desde la colonia hasta nuestros días piensan que el problema de los pueblos del Quinto Sol es su falta de orden y disciplina en la administración de sus asuntos por lo que es necesario predicarles el evangelio de la buena administración, suplantar a las autoridades de los pueblos en la administración de sus asuntos ha sido la línea del Estado moderno, la creación de organismos administrativos exprofeso ha sido la estrategia más allá de la ley.