¡Ah, que mi presidente! Con la enorme popularidad que se carga, sus adversarios no le verán ni el polvo en la segunda mitad del sexenio. Al observar, de lejos, el multitudinario mitin que lo arropó el primer día de diciembre, recordé el verano del 2006 cuando un puñado de personas oaxaqueñas, unidas a miles de todo el país, nos quedamos a acampar en el centro histórico de la ciudad de México y el Paseo de la Reforma, una vez que el abanderado de las causas progresistas convocó a mantenernos en plantón y a la movilización nacional para denunciar el atraco electoral.
Serían los días más difíciles de esta lucha, con casi todo en contra: las televisoras, los medios y sus comentaristas, la clase política tradicional y una sociedad que no acertaba a entender las razones ocultas del fraude organizado por Vicente Fox, el espurio Felipe Calderón y Luis Carlos Ugalde al frente del INE.
Aquella experiencia vital durante 50 días, contada magistralmente por Elena Poniatowska en “Amanecer en el zócalo”, resultó en gran enseñanza porque la resistencia civil pacífica fue entonces la respuesta para acallar voces, del propio movimiento, que demandaban -como en 1988 con Cuauhtémoc Cárdenas- medidas radicales para enfrentar al poder.
Frente al coraje y desánimo de millones, AMLO se mantuvo firme, abogando por la paz social y resistiendo, con la mirada puesta en el futuro; seguro de que su postura era la correcta para ir formulando, en el marco de las instituciones del viejo sistema político, un modelo de transformación del país, una vez que se pudieran realizar elecciones libres y auténticas. La espera, no sin pasar el trago amargo del peñismo, se cumplió hace tres años.
Los días y noches de larga vigilia, ante el palacio nacional, entre aguaceros y alimañas que se colaban bajo las tiendas de campaña, exigiendo “voto por voto, casilla por casilla”, para limpiar la elección, servirían de experiencia común para enfrentar mejor las adversidades futuras.
Andrés Manuel tiene razón al considerar que los cambios en la mentalidad de la gente son irreversibles. Sin embargo, en caso de que los conservadores lograran, más adelante, desaparecer conquistas y programas sociales, se modificaría solo lo material -como él dijo- pues la revolución de las conciencias, que se está operando en el país, sería imposible de detener. No se necesita mirada de investigador social para darse cuenta que así como hay personas que aborrecen las decisiones tomadas durante su mandato, aunque les beneficien, hay millones a su lado que reconocen éxitos, y son quienes le otorgan legitimidad y fortaleza.
En las líneas centrales de su discurso, el mandatario no solo ratificó su alineación al lado de una izquierda antineoliberal, sino que recomendó a sus seguidores, fundamentalmente a la juventud, a actuar sin titubeos y sin dar bandazos; en pocas palabras: hacer política sin concesiones, como pudieran estar intentando algunos cuadros morenistas que, con tal de congraciarse con los grupos de interés, tratan de ubicarse en el centro del espectro político.
No pudo ser más oportuno el llamado de atención a quienes sueñan con sucederlo, como Ricardo Monreal y otros; o bien, a aquellos que, sin convicciones verdaderas, ni mantener un modo honesto de vivir, aspiran a acceder a algún cargo público, sean gubernaturas, alcaldías o en los poderes legislativos.
Hace 15 años, Andrés Manuel y el movimiento que desembocó en Morena significó una opción organizativa y política, no solo para quitar del poder a los neoliberales, sino para canalizar la politización generacional que incluyera, además, a viejos luchadores por la democracia y otras libertades. ¿Al inicio del segundo tramo de gobierno, estaremos iniciando un proceso de construcción de nuevas formas de organización social y política con perspectiva de izquierda?
Hace tres años empezaron a darse una serie de cambios que se han ido profundizando con políticas públicas acertadas y un entramado institucional que no da cabida a la corrupción ni a la simulación, en tiempos marcados por la crisis económica y la pandemia. Dar marcha atrás a los avances de la Cuarta Transformación va a ser poco menos que imposible. Gracias Andrés Manuel por tu liderazgo y por estas lecciones.
@ernestoreyes14