Sin ninguna estrategia de seguridad que ayude a minar la terrible violencia que se ha apoderado de diversas regiones de Oaxaca, especialmente Juchitán, cuyos pueblos viven en estado de sitio por parte de la delincuencia, el “glorioso” gabinete de seguridad no despierta de su pasividad, aunque ayer acordaron desplegar operativos en el círculo rojo de la violencia que ha enlutado a decenas de familias en el Istmo de Tehuantepec.
Que amargo ha sido el comienzo del 2022.
Todos los lunes hay reunión de las dependencias involucradas en el gabinete de seguridad en la 8ª Zona Militar de Oaxaca, entre las que participan la Secretaría de la Defensa Nacional, Guardia Nacional, Secretaría de Seguridad Pública, fiscalía general del Estado, Policía Estatal y hasta el momento, no se ven resultados tangibles para combatir la violencia por las razones que sean, no han actuado en favor de la población.
Están rebasados. Las tres regiones más peligrosas son el Istmo, la Cuenca y la Costa.
Solo basta echarle un ojo a la alarmante cifra de mujeres asesinadas del 1 de enero al 7 de febrero, van 18 crímenes (600 en lo que va del sexenio de Alejandro Murat Hinojosa) en el que se incluyen a menores de edad, víctimas inocentes que nada tienen que ver con el trabajo que sus familiares realicen ni sus vínculos con la delincuencia, las cifras ya son de preocupación y eso parece que a nadie le importa.
¿En qué estado y país vivimos?, ¿en el de abrazos no balazos?, las estrategias han fallado y se siguen estrellando con la realidad que vive Oaxaca y México.
Si bien es cierto que las últimas ejecuciones perpetradas en Juchitán están relacionadas con el secuestro de un mecánico, donde el saldo es más de 10 muertos, entre ellos una niña de tres o cuatro años, las y los juchitecos piden a gritos que haya paz en ese pueblo zapoteca, viven en el terror.
Nada justifica la violencia. De las 18 mujeres asesinadas este año, 12 fueron en el Istmo de un total de 138, hoy por hoy la región más violenta de Oaxaca, seguida de Valles Centrales con 135 casos; Costa 92; Cuenca del Papaloapan 84; Mixteca 69; Sierra Sur 40; Sierra Norte 23 y Cañada 19.
En eso nos hemos convertido, en cifras y estadísticas, porque las estrategias de seguridad apenas serán implementadas donde intervendrán todas las corporaciones policiacas al mando de la Secretaría de la Defensa Nacional, al menos eso acordaron ayer los mandos militares y el gobernador Alejandro Murat Hinojosa.
Respuesta tardía, pero parece que ya reaccionaron y salieron de su letargo las autoridades de seguridad.
No debemos permitir que la impunidad siga siendo el manto protector de los agresores, ni que nuestro destino sea vivir en un estado de terror, de miedo, o de ser víctima colateral de hechos de sangre.
La descomposición social llegó a su límite, en lo que va del 2022 en la tierra zapoteca, la plaza comercial más grande del Istmo de Tehuantepec el pleito entre bandas delictivas ha dejado 32 personas asesinadas, entre ellas hay dos mujeres menores de edad, una de 14 años y una niña entre 3 y 4 años, eso es inadmisible.
Juchitán nuevamente está en los índices de alarma nacional. En el ojo del huracán.
No es de ahora la escalada de violencia que se registra en Juchitán, tiene ya varios años al que no le han puesto la debida atención y en el que también debería intervenir la Secretaría de Salud y los Servicios de Salud de Oaxaca por el alto índice en el consumo de estupefacientes como el “cristal”, de muy fácil acceso en su compra por parte de menores de edad, esa es una realidad que nos ha rebasado.
También nosotros como sociedad hemos fallado, y es de humanos saber reconocerlo, porque no le hemos puesto la debida atención a nuestros hijos, a la familia, la educación empieza desde casa, más vale un jalón de orejas a tiempo que lamentarnos después, pero hemos sido pasivos hasta en la exigencia con las autoridades de seguridad para que cumplan con su trabajo.
El propio edil de Juchitán, Emilio Montero Pérez admitió en entrevista con algunos medios de comunicación que lo ocurrido en ese municipio son ajustes de cuentas por integrantes de una banda delictiva que se dividió, y llegaron directamente a los domicilios de las personas para ejecutarlas; pidió el apoyo de la fiscalía general del estado y de los cuerpos de seguridad estatal y nacional para que coadyuven en pacificar su municipio.
¿Y qué ha hecho Emilio Montero para restablecer el tejido social?
Esta es su segunda vuelta en ese municipio zapoteca y los índices delictivos son alarmantes, no se trata solo de reconocer que tiene un problema serio de inseguridad, sino actuar con una estrategia de seguridad coordinada con los otros dos niveles de gobierno, el Federal y el Estatal, solo así podrá obtener resultados y recuperar la paz y tranquilidad para las familias juchitecas.
Ya debió solicitar el ingreso de la Guardia Nacional, o de la Marina al mando de un operativo para restablecer el orden, no tiene otra alternativa, Juchitán es un polvorín donde la vida de cientos de familias está en grave peligro.
Queremos vivir en paz, es el grito desesperado de familias juchitecas. Ojalá los atiendan.
¡Basta de violencia!
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