-En Soledad Salinas, Quiatoni, las mujeres no tienen voz, ni voto
A Magdalena López la ceguera y la injusticia la mantiene en penumbras. Las reglas son claras en su comunidad: el derecho a la participación y al bien común es sólo de los hombres.
Desde hace tres años mantiene una lucha por recuperar su patrimonio, el cual podría ayudar a su salud.
Magdalena enviudó hace 20 años, por lo que los bienes materiales que adquirió junto con su esposo pasaron hacer suyo.
Con el paso del tiempo, la salud de la adulta mayor, originaria de Soledad Salinas, San Pedro Quiatoni, comenzó a deteriorarse, las cataratas apagaron su vista, por lo que decidió heredar su patrimonio a seis de sus hijas y el único hijo. El calvario comenzó.
Después de otorgarle casa y tierras a Pablo Martínez, su hijo, éste comenzó una lucha en contra de sus seis hermanas por la posesión de un terreno de una hectárea ubicado en el centro de la agencia municipal de dicho ayuntamiento del Distrito de Tlacolula de Matamoros.
Las leyes locales lo favorecieron hace tres años cuando el terreno pasó hacer de su propiedad; las mujeres en Soledad Salinas no tienen ni voz, ni voto en la Asamblea Comunitaria de esa localidad que se rige por el Sistema de Usos y Costumbres.
Aunque sus hermanas, representadas por Juana Martínez intentaron frenar esta injusticia, los comuneros representados por Martín López fueron claros: las mujeres no participan y la Asamblea ha dictaminado.
Tres largos años en la lucha por su patrimonio por medio del expediente 1229/2018 se dio parte de este abuso de autoridad ante el Tribunal Unitario Agrario (TUA), dependencia la cual poco ha podido hacer para defender los derechos de Magdalena reconocida ante el Registro Agrario Nacional (RAN).
La adulta mayor fue citada el pasado 08 de marzo “Día Internacional de la Mujer”, a una audiencia en donde su hijo, Pablo Martínez, nuevamente se comprometió a respetar la cosecha de maguey que se encuentra en las tierras, pero que en los hechos lo ha destruido.
Rendida, por su edad y ante la omisión de las autoridades, la mujer hablante de la lengua Zapoteco, en su variante de San Pedro Quiatoni, ha mostrado cansancio y enfado.
Pero además de temor y desilusión debido a que siente el caso perdido porque considera que ni la Defensoría de Derechos Humanos de Oaxaca (DDHPO), podría hacer algo al respecto.
Ya que el estigma de que el hombre es el único que puede también ha quedado marcado en sus seis hijas quienes crecieron en una comunidad en donde el machismo se ha convertido en costumbre.