Desde la llegada del invasor español hasta el establecimiento de los gobiernos independientes, ambos nos han acusado de incapacidad de autogobierno.
Que quiere decir no convivir bajo nuestras propias normas y reglas, no tener una jurisdicción autónoma para su aplicación, negarnos nuestras formas de propiedad y territorio, no estar bajo nuestras formas culturales, de educación, de producción, de curarnos, de lengua, del arte en todas sus manifestaciones y no regirnos bajo nuestras creencias.
La comunalidad implica el autogobierno, sin éste es imposible plantear la comunalidad, así como el autogobierno implica de cómo articular la convivencia en la comunidad, tener sentido de lo cívico y de lo público.
Lo cívico es la implicación de la persona en lo público. Así como lo público es lo constituido por el pueblo en cuanto soberano.
En la comunidad justicia y política van de la mano, la comunidad, por otro lado, es un fenómeno colectivo, es vivir juntos sin destruirnos, por el contrario, es una manera inteligente de resolver nuestros problemas.
La comunidad es la política permanentemente ejercitada en un vivir en civilidad y en una vida activa, qué pensar por ejemplo, de una comunidad nuestra de 800 personas, 160 estén en constante servicio a sus demás ciudadanos.
Asimismo, la comunidad se hace común en la asamblea y se transforma en cuerpo cívico. El vivir en común se hace el vivir en la civilidad. El autogobierno de nuestros pueblos, que nace de antaño, el régimen político de los otros, ha hecho todo lo posible por hacerlo decaer.
El autogobierno debe desencadenar un proceso de autoafirmación colectiva, de concordia, donde necesariamente deben estar los ciudadanos activos. Es un obrar en común para que los habitantes comunitarios sientan la efectividad de su administración comunitaria.
Es importante resaltar que la libertad se resume en la política. Una comunidad con intensa actividad política es mucho más libre que las entidades que se condicionan por reglas administrativas.
La acción cívica en la comunidad la fortalece en impulsa sus resortes fundamentales. La libertad, en este caso, es la participación en la autodeterminación colectiva, que suele tener un carácter especialmente activo y positivo.
El hombre es libre cuando forma parte de un colectivo y actuando con todos los demás ciudadanos, el hombre solo nunca será libre. La libertad política, por tanto, no es un derecho, sino un deber colectivo, no es un límite negativo del individuo frente al colectivo, sino una obligación de aportar lo propio para crear lo de todos, así se crea la libertad, que es un problema de todos.
En este sentido, la comunalidad es crear la concordia y la equidad, es decir, crear libertad. Lo fundamental del autogobierno es la instrumentación de estas dos acciones, sin ellas es imposible lograr lo demás, esto lo entienden bien nuestros pueblos.