En una relectura de Maquiavelo, es válido plantear una nueva interpretación de las tesis fundamentales del florentino, bajo esta tónica, nos hace surgir una serie de planteamientos para el Estado moderno.
Por la nueva realidad no es posible plantear la acción del Estado a la luz del humanismo como lo fue al inicio de la era moderna, se deben plantear las cosas a la luz de los nuevos grandes retos del Estado, tales como: la globalización que disminuye la fuerza del Estado nacional, el surgimiento y presencia de grandes fuerzas extra estatales, como el capital especulativo, el crimen organizado y el terrorismo por mencionar estos tres, que plantean la necesidad de que la acción del Estado sea mucho más eficaz.
Se requiere que el Estado acuda a su razón y a su fuerza para el combate de estos nuevos fenómenos. Además, plantea la necesidad del nuevo príncipe, porque los gobernantes de hoy están más acotados por la propia realidad, los derechos humanos, la naturaleza, la complejidad de la nueva sociedad, por los avances tecnológicos, por una sociedad más informada y demandante, por la afirmación de todas las libertades y la igualdad, no solo ante la ley, sino el alcance de la igualdad, empezando por las políticas de equidad.
Este nuevo príncipe acotado le es más indispensable mayores virtudes, porque la política y gobierno de hoy significa enfrentarse constantemente a lo variable, a la inconstante fortuna, a la contingencia pura por la velocidad que adquieren los tiempos, descontrolada y carente de justificación. Además, por la expansión de los medios de comunicación, para los gobernantes nuevos es oportunidad para la trascendencia y gloria de los tiempos. Si bien es cierto que existe el declive de los titulares de los poderes ejecutivos a favor de los regímenes y de sus dispositivos, no deja de tener primordial las virtudes de éstos.
Algunos opinan que el nuevo príncipe son los partidos políticos, sin dejar de apreciar esta tesis, los ejecutivos navegan siempre en aguas de tormenta que implica no sólo conducir el barco a buen puerto sino que saber mantener su ritmo, su organización, cálculo de su fuerza y buena coordinación de la tripulación. El nuevo discurso del príncipe moderno no es sólo cuidar del bien común sino del sustento que lo hace posible: el Estado. Si en su etapa de formación fue importante el discurso de Maquiavelo, ante el declive del Estado, la necesidad de regreso a Maquiavelo es evidente.
En este sentido, el oficio político le ha de sumarse la necesidad de la fuerza del Estado para alcanzar los objetivos de la propia política que son el bien común el bien colectivo. Hoy más que nunca, el término Estado debe significar el territorio en donde una nación, una República o un gobernante ejerce su soberanía. Volvemos a la definición clásica del Estado en donde son primordiales conceptos como el territorio, soberanía, elaboración autónoma de leyes para ese Estado y la población y sobre todo la atención que merecen cado uno de los miembros de esa nación.
En estos tiempos difíciles del ser humano y del ser humano organizado en Estado lo es más para los gobernantes, esto es tan amplio y profundo que hoy en día se debe considerar a todo gobernante un hombre de Estado, por ello debe contribuir siempre a nutrir las fuerzas del Estado para el bien del bien común.