Los gobiernos manipuladores no se establecen límites, utilizan todas las herramientas que los fortalecen y huyen de aquellas que las debilitan en el contexto de no hallar limitaciones en sus acciones.
Para este caso, utilizan las nuevas estrategias, tecnologías del poder, organizaciones y el control de la mentalidad que la ciencia ha desarrollado en los últimos tiempos. Las tres formas básicas de manipulación gubernamental son: el populismo, la polarización y la posverdad.
El populismo es una estrategia para obtener, ejercer e incrementar el poder de una persona o de un grupo. Es una estrategia contenida en un plan determinado del ejercicio del poder. Todo se hace bajo un cálculo determinado para un fin específico, nada se hace fuera de contexto del plan.
Como estrategia es una forma de anticiparse al futuro en el contexto de un conflicto. El populismo al ser una estrategia se desarrolla siempre en el ámbito del conflicto entre fuerzas distintas y con proyectos diversos.
Son tácticas del populismo: catastrofismo, criminalización de los rivales, militarización, nacionalismo exacerbado, el desprecio a los expertos, ataques a medios de comunicación y a los periodistas, erosión del régimen de poderes constitucionales, mesianismo y utopismo. El populista sabe exactamente el qué y el porqué de sus acciones de gobierno: manipular al pueblo.
La polarización es otra estrategia de gobierno manipuladora para obtener, conservar e incrementar el poder del populista o de la estrategia populista. En la polarización todo lo que puede dividir a la sociedad en grupos contrapuestos sirve a la estrategia: buenos contra malos, antiguos contra modernos, liberales contra conservadores, ricos contra pobres, demócratas contra autoritarios, honestos contra corruptos, etc., no habrá término medio, se es o no se es, esa es la cuestión. Desde luego, el gobierno siempre será el bueno.
La utilización de la estrategia de la posverdad es un dispositivo más de manipulación. No es que el gobierno mienta con alevosía y ventaja, sino que tergiversa la realidad, lo enturbia, lo manipula para provecho del gobierno, crea duda sobre un acontecimiento que lo perjudica o exalta aquél que lo beneficia o se llega al propio invento de la verdad. Por otro lado, la desinformación y la confusión son recursos cotidianos de la posverdad.
En sentido estricto, la política implica una lucha por la interpretación de la realidad y la imposición de esta interpretación, es un logro del poder político. La interpretación de los hechos permite al gobierno tener espacios de maniobra para resolver los problemas. La verdad no es el problema principal de la política, son por el contrario, la eficacia, la oportunidad, la eficiencia, lo viable, lo posible.
Frente a estas estrategias de manipulación vale el régimen de la democracia republicana, del gobierno constitucional, del ejercicio de la división y equilibrio entre los poderes institucionales y territoriales, de la presencia de una fuerte sociedad civil dialogante y participativa, del Estado de derecho, del Estado plurinacional y del pleno respeto por los derechos humanos y de los derechos civiles de los ciudadanos. Sobre todo del ciudadano formado, sólido y bien informado.
Los grandes problemas de las naciones, sus complejidades, originan el arribo de los populistas que para tales problemas complejos de la sociedad siempre tienen las soluciones más fáciles: la demagogia y la simplificación de los problemas. Gobernar es fácil nos dice el ocupante del palacio nacional del centro de la ciudad de México.