El futuro de la democracia en el mundo y en nuestro país muestra signos preocupantes, sin exagerar, el arribo de gobernantes autoritarios y populistas es ya un problema mundial.
Vivimos en un mundo de exceso de información, una mente normal nubla su mente por este fenómeno, la claridad se transforma en un recurso extraordinario de poder. Las sociedades andan a tientas por falta de visibilidad por las cosas sociales, económicas, políticas, culturales, por ende, sus clases dirigentes se ven incapacitadas de certeza en la conducción de los intereses comunes de tales sociedades.
Los países son presa fácil de demagogos y de magos de la gestión pública que todo prometen y todo pueden resolver sin mayor ciencia. Nos dirán que gobernar es de sentido común y que tener doctorados en administración pública es un exceso.
Las libertades y la democracia están en serios problemas, a pasos agigantados están perdiendo legitimidad y credibilidad. Si a esto le sumamos el desarrollo de las tecnologías de la información y en la biotecnología, que son ya verdaderos retos para los gobiernos.
Se proyecta que la suma de la infotecnología y la biotecnología producirá el más alto índice de desempleo que la humanidad no ha visto jamás. El lumpen humano atentará las libertades y sumará la servidumbre humana. La concentración de la información en unas cuantas manos irresponsables significará la consolidación de gobiernos manipuladores, de oligarquías de la información, que naturalmente lo harán en su provecho.
La globalización democrática parece ser el camino más adecuado para preservar la paz, la prosperidad y la felicidad humanas y alternativa de nuevos nacionalismos, populismos y autoritarismos que están adquiriendo fuerzas muy peligrosas.
Ante las precariedades humanas que se asoman en el horizonte, donde las grandes masas serán irrelevantes para las élites económicas y políticas, las nuevas sociedades serán de constante búsquedas espirituales que son la alternativa de los bienes materiales, pero que serán campo propicio para demagogos y magos de la política.
Otro fenómeno que nos está tocando la puerta, la falta de confianza en los gobiernos por los excesos del poder del dinero. La unión de la política con el dinero que se llama mercantilismo es la normalidad en estos momentos. Los pocos gobernantes honestos están claudicando y se están dejando llevar por los cantos de las sirenas o por los encantos de la mujer del río.
La impotencia es la característica de la política en nuestro tiempo, demasiadas cosas, sobre todo, malas e infames están sucediendo, como el narcotráfico, no lo están controlando los gobiernos. Ante la velocidad de los acontecimientos los gobiernos se están viendo muy lentos en la toma de las decisiones, lo peor, no existe garantía de éxito.
Además existe una gran verdad, las nuevas tecnologías de la información y los medios de comunicación están sometiendo a los que se supone mandan. Ante ellos, los gobernantes están en constante desnudez, por ello, se sonrojan o se vuelven autoritarios y despóticos, o por lo menos cínicos.
Los partidos políticos que deben suministrar de buenos gobernantes y de buenos políticos a las sociedades, ya son aparatos pesados y demasiado burocráticos y oligárquicos que ya no sirven por lo que fueron creados.
Por ello, se necesita empoderar de nuevo a la política, la política como vía para desbaratar oligarquías pudientes. Los espacios que deja la política lo están llenando la violencia, la fuerza, el crimen organizado, los narcotraficantes, lo peor, estos están tomando las riendas del poder público, solo la política, la buena política lo puede evitar.
Los hombres del dinero tienden asegurar incrementar sus ganancias sin ninguna responsabilidad social, la política los debe encaminar en los espacios que merecen, lo privado, a la política se le reserva el espacio público.
Necesitamos poner un alto a las perversidades del poder e ir al encuentro de la buena política que solo le interesa el bien común.