El pasado tres de septiembre se hizo viral la imagen de un recién nacido en el área de pediatría del Hospital Civil “Dr. Aurelio Valdivieso” que, ante la falta de cuneros, estaba cubierto en sábanas dentro de una caja de cartón. Siendo una escena dantesca considerando que sucedió en uno de los pocos hospitales que existen en la Zona Metropolitana de Oaxaca, y, por ende, de los más importantes del estado por su alcance social. Esta noticia no tardó mucho para que se expandiera como la pólvora tanto en plataformas digitales, así como en diversos medios de comunicación a nivel nacional e internacional.
El suceso causó la indignación masiva de las oaxaqueñas y los oaxaqueños ante la realidad que se vive día con día en el debilitado y obsoleto sistema de salud pública con el que se cuenta en el estado. Reacción social que gracias a las benditas redes sociales también tuvo un efecto y se compartía en cuestión de horas en otras entidades federativas. Creando una catarsis alimentada por el descontento, rabia y desesperación ante la latente probabilidad de que alguno de nosotros y en el momento menos esperado, padezcamos de alguna de las interminables carencias con las que cuentan los hospitales públicos a lo largo y ancho de México.
En esta dinámica de rechazo social se hizo énfasis al evidente escenario de que aún nos encontramos muchos años luz de contar un sistema de salud como el de Dinamarca.
Desafortunadamente, y aprovechando esta situación, distintas voces políticas, principalmente de partidos de oposición, hicieron un llamado para “garantizar el derecho humano a la salud y la dignidad de las y los oaxaqueños”. Otros más resaltaron que, a pesar de los poco más nueve mil setecientos millones de pesos de presupuesto asignado a los Servicios de Salud para el año 2023, exista falta de personal, insumos e infraestructura. Cuestionando, además, que si se trataba de incapacidad o inexperiencia.
No osbtante, este tipo de acciones solo comprueban la falta de memoria de los políticos que durante su gestión y mientras su partido político era el titular del gobierno estatal tampoco hicieron lo que correspondía para mejorar el sistema de salud pública, así como de otras áreas pendientes en territorio oaxaqueño.
Por ejemplo, durante mayo del 2019 el presidente Andrés Manuel López Obrador daba a conocer el informe del Plan de Infraestructura Física en Salud, reportando que existían 250 hospitales, clínicas y centros de salud que se encontraban inconclusos. Siendo Veracruz, Jalisco y Oaxaca las entidades federativas que concentraban el mayor número, con 121 unidades médicas, que anteriores gobiernos federales y estatales dejaron a medio construir y se encontraban, y en algunos casos aún continúan, en el abandono. De los cuales, el estado de Oaxaca registraba la mayor cantidad de unidades médicas que se encontraban en un proceso de construcción o con la obra suspendida, reportando 60 inmuebles en estas condiciones.
El evidente proselitismo político, aunque disfrazado de acompañamiento social, detonó aún más el descontento de una sociedad que se encuentra cansada de cantaletas políticas. Desatando una ira reprimida como consecuencia del evidente hartazgo hacía actores políticos que perpetuados en sus cargos públicos satisfacen sus necesidades, pero no así las de la población. Los mismos que han diseñado un modelo de herencia política para que, a través de sus hijos y familiares, puedan continuar teniendo poder político y seguir viviendo del presupuesto público aún después de terminado su período correspondiente.
Penosamente, en esta serie de malas decisiones, el gobernador del estado, Salomón Jara junto con la titular de la Secretaría de Salud de Oaxaca (SSO), Alma Lilia Velasco Hernández, tomaron la decisión de destituir al asistente de dirección de la unidad médica quien se encontraba de guardia el día que ocurrieron los hechos, así como también al subdirector del hospital. De acuerdo con sus declaraciones, la secretaria desconoce las causas del porqué el responsable del área médica colocó al recién nacido en una caja de cartón, cuando el hospital tiene la capacidad de cinco tipos de cuneros para la atención del área pediátrica.
Sin embargo, de acuerdo con información recibida de diversas fuentes como enfermeras y médicos, estadísticamente cada año entre los meses de agosto y septiembre el número de nacimientos tiene un crecimiento del 150%. Datos que sin duda desconoce la titular de los SSO, y que otorgan una información vital para una mejor planificación y adecuada toma de decisiones y, por lo tanto, evidencian su desconocimiento del funcionamiento del sector salud oaxaqueño.
Al igual que también desconoce que, de acuerdo con la cédula de funciones y responsabilidades establecidos en el manual de organización de los SSO, el objetivo general del subdirector destituido es “desarrollar y promover la implementación de políticas y estrategias para impulsar la oferta de servicios de salud a la persona y a la comunidad, garantizando la oportunidad y suficiencia de los procesos de atención médica”. En dicho manual, en ningún momento se establece que es el encargado del diseño del presupuesto y asignación de este.
En otras palabras, tanto el subdirector como el asistente de dirección de la unidad médica cumplieron con su responsabilidad con las herramientas, infraestructura y capital humano que tenían disponible en ese momento. Por lo tanto, deben de recibir un reconocimiento por su amor a su labor y compromiso con el cumplimiento de la atención médica a pesar de las interminables deficiencias, falta de equipo e insumos. Pero no sólo ellos, este reconocimiento se les debe a todos los médicos y, sobre todo, a las enfermeras, que, con todo en contra, buscan maximizar los recursos de los hospitales y clínicas del sector público, y resolver las deficiencias con su ingenio y conocimiento.
Es evidente que mejorar y fortalecer el sistema de salud pública oaxaqueño es un tema pendiente, que a pesar de ser una eterna promesa de campaña, poco y nada se ha realizado al respecto. Por el contrario, ha servido como caja china de diversos y conocidos ex secretarios de los SSO, que no se llevaron los hospitales solo porque no encontraron la maquinaría adecuada para su traslado.
En la actual administración parece que el panorama no será distinto; el desconocimiento por parte de la titular de los SSO, su falta de ética y moral, han desencadenado diversas problemáticas. Como el tema aquí abordado, pero también, como la epidemia de dengue que se encuentra desarrollándose en el estado, que al cierre de la semana epidemiológica 35 (al 4 de septiembre de 2023), se contabilizan 822 casos confirmados de dengue en el estado, lo que representa un crecimiento del 197% en comparación con datos del 2022 durante la misma semana epidemiológica.
Y aunque el panorama ya es crítico, no existe claridad en la implementación de alguna estrategia que permita romper con la cadena de contagios y disminuir su acelerado de crecimiento. Por ejemplo, se deben focalizar los puntos de acción y vigilancia epidemiológica en zonas cercanas a ríos, arroyos y presas; así como también, y en función de la norma NOM-032-SSA2-2010, sobre prevención y control de enfermedades transmitidas por vector, realizar un procedimiento de fumigación de dos a tres días seguidos en escuelas, principalmente en Universidades que se encuentren cercanas a algún tipo de manto acuífero y que por su número elevado de población estudiantil y de trabajadores, representen un foco rojo de cadena de contagios.
Desafortunamente, en un modelo de gobierno estatal como el actual, donde se han registrado y documentado la falta de preparación por parte de innumerables miembros del gabinete, cuyas acciones han denotado conflictos e inestabilidad, solo resta esperar que el error anterior no sea más grave que el que viene. Situación que, sin duda, permite argumentar que se está gobernando al estilo Disney, cercano al pueblo oaxaqueño, llenándolo de pan, circo y fantasía. Del cual aún restan poco más de cinco años de Jaralandía, un mundo alterno a la realidad y donde las declaraciones y discursos corrigen los crímenes contra la sociedad y los errores en la elección de los perfiles que conforman al gabinete estatal.