Las deudas de la cuarta transformación
Repetitivo, mordaz y directo. Así fue como se presentó Andrés Manuel López Obrador en su primer discurso como el nuevo presidente de México durante diciembre del 2018. Ante un animado Congreso de la Unión, dominado por parlamentarios de su partido, el Movimiento Regeneración Nacional (Morena), el mandatario ofreció un discurso durante una hora y veinte minutos donde detalló sus planes de gobierno. Expresando que “fue un desastre y una calamidad la inmunda corrupción pública y privada” que ha vivido nuestro país durante décadas de política neoliberal. Además, sostuvo que ante el inédito porcentaje del 53% de los votos con el que ganó las elecciones, no tenía derecho a fallar.
Horas más tarde, en el Zócalo de la Ciudad de México, en un escenario por mucho más preferido por el mandatario, lo recibieron miles de sus seguidores quienes por la emoción y sentimentalismo no paraban de aplaudir y vitorear una y otra vez. Esta situación, consecuencia de su andamiaje político, fue aprovechada por el presidente quien con una de sus primeras frases “quiero hablarle siempre al pueblo”, volvía a retumbar en la gente. Aunque lo más probable es que ambas partes vibraban de emoción, ya que para López Obrador su espera de más de 12 años para vivir este momento había terminado. Y después de poco más de una hora con treinta y cinco minutos de discurso, Obrador daba a conocer sus 100 compromisos, pero también, reafirmaba su compromiso de no mentir, no robar y no traicionar al pueblo.
Sin embargo, y después de cinco años de gobierno, el Obradorismo ha registrado actos de corrupción y mentiras hacía el pueblo de México. La entidad creada por López Obrador desde diciembre de 2018 para la Seguridad Alimentaria Mexicana (Segalmex), ha sido el caso más escandaloso de corrupción durante este gobierno, pero no el único.
De acuerdo con datos del Tablero de la Impunidad de la asociación Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad, durante el gobierno de López Obrador, se han presentado diversos actos de corrupción que, hoy en día, cuentan con total impunidad. Destacan diversos casos, entre los que se encuentra la utilización de la FGR por parte del fiscal Alejandro Gertz Manero para la persecución de sus enemigos, como el caso en contra de Alejandra Cuevas o en contra de la familia Jenkins de Landa.
Así como también, los moches de entre el 2% y el 4% que la directora del Sistema Nacional del DIF, María del Rocío García Pérez, obligó a los funcionarios de la institución a entregar a cambio de mantener su empleo. Otro caso similar se registró en el Estado de México, en donde la actual gobernadora Delfina Gómez, exigió 10% de su salario a los trabajadores de la alcaldía de Texcoco para beneficiar a su campaña política y su partido Morena.
Otro tema relevante son las diversas irregularidades detectadas por el Órgano Interno de Control en el Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado (INDEP), situación que provocó que Jaime Cárdenas renunciara tan sólo 107 días después de haber sido nombrado director de esta institución. En su renuncia informó al presidente sobre los actos de corrupción dentro de la institución, como la mutilación de joyas, contratos favorables a las empresas y no al INDEP, conductas de servidores públicos contrarias a las normas y, la contratación de empresas como Adamantium Private Security Services S. de R.L de C.V., empresa que representa un ex director de seguridad regional de la ex Policía Federal cercano al ex secretario de seguridad, Genaro García Luna.
En este contexto, también resaltan los contratos millonarios que el gobierno ha celebrado con varias empresas farmacéuticas ligadas al super delegado Carlos Lomelí. Una de estas es Abastecedora para la Salud S.A. de C.V., la cual ha sido sancionada por la Secretaría de la Función Pública por proporcionar información falsa en una licitación pública. Por último, la CONADE a cargo de Ana Gabriela Guevara, ha estado envuelta en numerosos escándalos de corrupción e irregularidades en el uso del Fondo para el Deporte de Alto Rendimiento, así como también de los opacos procesos de licitación.
Estos pocos ejemplos son representativos de que durante los cinco años del gobierno de López Obrador se ha robado y se ha mentido. Pero también se ha traicionado al pueblo bueno y sabio. Por ejemplo, en el 2019, ya durante el Obradorismo se aprobó su reforma educativa, cumpliendo la promesa al eliminarse la evaluación de permanencia, sin embargo, quedaron muchas similitudes con la reforma de Peña Nieto, aun y cuando se prometiera, por parte del presidente, que no existiría similitud.
La ley General del Sistema para la Carrera de los Maestros dio vida la Unidad del Sistema para la Carrera de los Maestros (USICAMM), unidad que conserva el mismo proceso evaluador de la Coordinación Nacional del Servicio Profesional Docente (CNSPD), con las mismas fallas y violaciones a los derechos laborales y profesionales de los trabajadores de la educación. Sin que exista poder humano, poder ejecutivo ni poder legislativo, que ponga orden.
Otro ejemplo es la fracasada reforma energética de Obrador, presentada hasta el 4 de octubre del 2021, y que de acuerdo con el mandatario garantizaba a las familias de México con precios justos por el servicio y proteger los bienes de la nación. Sin embargo, y tras meses de críticas por parte de expertos y empresarios, en abril del 2022 fue rechazada por la Cámara de Diputados.
Votación en la cual el partido Morena y sus aliados quedaron casi 60 votos por debajo de la mayoría de dos tercios necesaria en la Cámara de Diputados del Congreso de 500 escaños, reuniendo solo 275 votos. Y aunque queda la duda del por qué cuando tenía la mayoría calificada en el Congreso no eliminó la reforma energética de Peña Nieto, lo cierto es que este tema lo ha utilizado como campaña política durante todo su sexenio.
Un tema sensible para la historia de nuestro país es el de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, un escándalo de talla mundial que terminó por derrumbar al gobierno del expresidente Peña Nieto pero que, también ha alcanzado al gobierno de López Obrador. Primero exonera tanto al expresidente Peña Nieto, así como a su entonces secretario de Defensa Salvador Cienfuegos, al decir que ninguno de los dos ordenó la desaparición de los estudiantes. Sino solamente unos soldados maleados, malos funcionarios locales y la delincuencia que dominaba en la región.
Posteriormente, Salvador Cienfuegos recibió una condecoración de las propias manos del presidente López Obrador, este último que durante muchos años aseguraba que Cienfuegos era uno de los responsables, por acción y omisión, de la desaparición de los normalistas. Desafortunadamente, más allá de la traición a la historia y pueblo de México, ha utilizado este tema como estrategia de campaña.
En su conferencia del pasado 26 de septiembre, el presidente aseguró que si hubiera ganado la presidencia en 2006 no se habría registrado un caso como el de la desaparición de los 43 normalistas. No obstante, después de 5 años de gobierno y con todo el aparato del Estado a su mando tampoco ha demostrado llegar a una conclusión en el caso. En esta conferencia, el presidente también agregó que este tipo de tragedias fueron provocadas por el autoritarismo de todos los gobiernos anteriores. Fiel a su estilo culpando al pasado, pero no haciéndose responsable de su presente. Porque si Peña Nieto tuvo su verdad histórica, Andrés Manuel López Obrador está generando su propia mentira y traición histórica al pueblo bueno y sabio de México.
Si bien es cierto que el actual gobierno tiene sus aciertos, sus errores han sido más significativos. La esperanza de México parece que se ha convertido en una sátira de la historia de la política mexicana. Que se ha llevado a cabo no en prosa, pero si en versos durante las mañaneras, un lugar que más pareciera un teatro con una supuesta magnífica acústica y aparentemente abierta a toda la población. Hoy más que nunca cobra relevancia aquella frase de la novela el gato pardo, y que Tancredi, uno de los personajes de esta novela, declara a su tío Fabrizio “si queremos que todo siga como está, necesitamos que todo cambie”. Tal vez este cambio era el que López Obrador prometía si llegaba a ser presidente, es decir, el gatopardismo en su máxima expresión.