Con datos contrastantes sobre las preferencias políticas, el jueves se cerró la primera etapa del proceso electoral, denominada precampaña. Entre el 19 de enero y el 29 de febrero, el calendario marca el tiempo de Inter campaña, antes que el primero de marzo se desate con toda intensidad la primera contienda que enfrentará por primera vez en la historia a dos mujeres por la presidencia de la República. El registro de candidatos federales está programado del 15 al 22 de febrero, luego que los partidos resuelvan temas internos en torno a las nominaciones.
En esta etapa los siete partidos nacionales se dan a la tarea de registrar a sus candidatos a senadores y diputados federales con sus expedientes sujetos a aprobación por la autoridad electoral, incluyendo las listas plurinominales a ambas cámaras. En la inter-campaña habrá posibilidad de difundir promocionales relativos a la ideología del partido o referencias a la continuidad o cambio de políticas públicas, siempre y cuando no realicen llamados expresamente al voto.
En estos 40 días escucharemos más de 12 millones de spots de radio y televisión, según el Instituto Nacional Electoral que, a partir del ingreso de Guadalupe Taddei a la presidencia del Consejo General, tiene menos protagonismo que cuando Lorenzo Córdova se traía en salsa al morenismo y al presidente de la República, buscando cualquier pretexto para amonestarle o limitarle sus expresiones en las conferencias mañaneras.
Una característica de la larga precampaña fue la facilidad con la que partidos y las y los aspirantes se excedieron en el uso indiscriminado de propaganda (espectaculares, bardas, medallones automovilísticos, lonas, y todo tipo de publicaciones e imágenes), sin que haya existido una estricta supervisión del organismo, lo cual pudiera esconder el uso de millonarios recursos de probable procedencia ilícita o por lo menos turbia. En Oaxaca observamos numerosos ejemplos de estos ofensivos abusos.
En los estados en donde hay relevo de legisladores locales y presidentes municipales, el morenismo tiene mano para poner o imponer a aspirantes a contentillo de gobernadores o dirigentes, en combinación o acuerdo con el comité nacional, salvo las listas cerradas que maneja Mario Delgado sujetas a encuestas, tomando también en cuenta criterios de paridad de género.
Al cierre de las precampañas, empresas serias dieron sus pronósticos que conviene tomar en cuenta, aunque pronto será incontenible la guerra de cifras que no acabarán hasta que llegue el momento de las urnas.
En un escenario con una participación del 45 % del electorado -anticipa la empresa Demotecnia, del heredero de María de las Heras- la exjefa de Gobierno de la ciudad de México ganaría con 66% de los votos, sobre un 33% de Xóchitl Gálvez y 4% para el abanderado naranja, Jorge Álvarez Maynez.
En Oráculus, una plataforma que realiza la ponderación de encuestas (promedia las que se han publicado en diversos medios desde julio pasado), CS ganaría con un 64% contra 29% de XG, dejando 7% para el abanderado de MC. Es decir, de confirmarse la ventaja con al menos 20 puntos de ventaja, y captando alrededor de 35 a 36 millones de votos, la izquierda repetiría la dosis para edificar, como ella dice, el segundo piso de la Cuarta Transformación.
Son notables las diferencias entre las propuestas de Proyecto de Nación, cuidadosamente elaboradas por el equipo de Claudia Sheinbaum, frente a las ocurrencias de la Gálvez que, entre otras cosas, alteró cifras sobre la percepción de inseguridad en la capital del país, solo para molestar a su contrincante. La puso en más del 80 %, cuando la medición, realizada por el INEGI, es de un 59 % en promedio. El dato curioso es que, la audiencia con la que se trataba de comunicar exhibiendo mentiras, estaba en Acámbaro, Guanajuato, entidad gobernada por el PAN, considerada la más violenta del país.
Los compromisos expuestos por Claudia son tema de análisis posterior pero, a nivel político, destaco la presencia ahora que se están definiendo las candidaturas a otros cargos, del berrinchudo Marcelo Ebrard para darle la vuelta a la página, esperemos, a la falta de unidad entre las figuras nacionales de morena, después del proceso interno.
Ahora las discrepancias se pueden agudizar en otro plano si las candidaturas no se procesan respetando a la militancia, y cuidando que los “chapulines” -que saltan de partido a partido y que ahora presumen su vocación aliancista- no vayan a ser causa de deserción o desencanto que afecten al Plan C de votar parejo para obtener mayoría calificada en las cámaras federales. Es lo que podría abollar el triunfo anunciado, y a lo único que le apuesta la oposición.
@ernestoreyes14