La devastación provocada por la sequía en esta entidad, no se limita únicamente a la pérdida de miles de hectáreas de bosques y selvas de maderas preciosas consumidas por incendios forestales, ni a la pérdida de entre 80 y 100 por ciento de la producción agrícola en decenas de municipios, sino, también, ahora, a la pérdida de decenas de cabezas de ganado menor.
En San Miguel Tilquiápam en la región de los Valles Centrales, los productores de la localidad Rancho Maya han reportado la muerte de casi una centena de borregos, chivos y becerros durante los últimos meses, debido a que la falta de agua ha llevado a los animales a beber líquido estancado, lo que les ha provocado múltiples enfermedades.
En otros casos, las especies, en su desesperación por buscar comida y agua, han caído en barrancos, lo que ha agravado la crisis en la que se encuentra la población, cuyos integrantes, sin dudarlo, consideran a ésta como la peor sequía de su historia.
Es tal el fenómeno que se vive actualmente en Tilquiápam, que los campesinos han dejado de sembrar maíz, garbanzo y frijol y han comenzado a migrar hacia el agave por ser una especie más resistente al cambio climático; sin embargo, varias de esas plantaciones también se han secado.
“Nosotros acá en el rancho (Maya) dependemos mucho de lo que es la agricultura y un poco de ganado. Este año que pasó la lluvia no nos favoreció y nosotros somos personas que estamos esperanzadas al 100 por ciento con la temporada de lluvia, que es la única cosecha que nosotros podemos conseguir para abastecer la alimentación de los animales y para el autoconsumo”, cuenta Salvador Mejía López, uno de los productores más afectados.
“El principal problema es el agua… principalmente a mí se me han muerto un poco de mis animales porque (no hay agua)”, lamenta, en entrevista.
En Rancho Maya trabajan alrededor de 30 productores dedicados a la agricultura de autoconsumo y a la crianza principalmente de reses, chivos y borregos para su subsistencia.
Solamente a Salvador, en 2023, se le murieron entre 10 y 15 borregos, que se sumaron a los cuatro que han corrido con la misma suerte durante este 2024.
Ante la falta de agua, el año pasado tanto los productores como las autoridades municipales de San Miguel Tilquiápam intentaron hacer algunas represas y pequeños canales; sin embargo, con el paso de los meses y la falta de lluvia, éstos se han secado.
“Esos puntos son aguas estancadas que el animal llega, lo bebe y es obvio que se enferme. El año pasado se me fueron entre 10 y 15 animales y ya este año estamos investigando un poco en el internet cómo contraatacar ese problema y hemos estado metiéndole más forraje de lo que se debe”, explica el hombre, de menos de 25 años.
“Incluso el maguey se nos está muriendo… son plantas que resisten las sequías y se me anda muriendo.
“Yo tengo los borregos porque son animales que no consumen el maguey, no se lo comen y en temporada de lluvia ayudan a la limpieza, pero ahorita hay sequía y ni en las parcelas de maguey hay qué consumir para los animales”, reitera.
Casto Emilio Pérez Luis es uno de los productores de mayor experiencia de Rancho Maya. El hombre tiene más de 60 años y prácticamente toda su vida la ha dedicado al campo.
Pérez Luis es claro en señalar que la actual es la peor crisis que ha afrontado San Miguel Tilquiápam y que requieren ayuda de las autoridades para poder subsistir y no acabar de perderlo todo.
Durante los últimos meses, Casto Emilio Pérez ha contabilizado la muerte de al menos cuatro becerros de un productor vecino, además de chivos que han caído en barrancos al intentar llegar a riachuelos.
Los animales que los campesinos mantienen en pie, llevándolos a pastar hasta tres veces por día bajo el inclemente sol del último año, están desnutridos y ello ha provocado que su precio baje; incluso, en la actualidad, los productores no tienen un tabulador de precios estable.
“No tienen precio porque no hay pastura, uno lo lleva y apenas nos dan por un chivo unos 800 o mil pesos porque no hay pasto para los animales. Están flacos. “Incluso por un becerro te pueden dar unos 3 mil pesos porque pues no hay pastura para los animales… están delgados… Ya se nos fueron cuatro becerros por lo del agua que no hay para los animales”.
Las condiciones son las mismas para los 30 productores de Rancho Maya. Ninguno puede presumir de haber controlado la contingencia.
De hecho, tanto Salvador Mejía como Casto Emilio Pérez coincidieron en solicitar ayuda urgente a las autoridades estatales y federales, con el fin de implementar algún tipo de acción que frene la devastación ocasionada.
Como uno de los puntos prioritarios, resaltaron la necesidad de que Rancho Maya, Tilquiápam, cuente con una presa que sea capaz de aprovechar la mayor cantidad de agua posible que cae durante la temporada de lluvia.
La construcción de una presa no solamente salvaría sus animales, sino que permitiría rescatar la producción de sus tierras y volverlas nuevamente fértiles, señalan.
“Ojalá nos puedan apoyar con una presa o un retén para poder sustentar a los animales.
“Si nos facilitan eso y un poco de equipo, nosotros tendríamos algo suficiente para seguir sembrando… sacaríamos una cosecha y volveríamos a sembrar”, resalta Salvador Mejía López.
De mantenerse en las condiciones actuales, tanto Rancho Maya como San Miguel Tilquiápam no solo están en riesgo de perder otra vez la producción de maíz, frijol y garbanzo, sino de que más animales mueran y los pocos productores de la zona entren en una crisis irreversible.
Por si fuera poco, la población también está expuesta a un incendio forestal que termine de colapsar sus condiciones de vida…