La primera vez que Oscar Aguilar Sánchez preparó una pieza de pan tenía 12 años de edad, y desde entonces se convirtió en un oficio que ha preservado por 67 años en su natal Pluma Hidalgo, municipio ubicado en la región Costa de Oaxaca.
A partir del 20 de octubre de cada año, su actividad como panadero se intensifica por la elaboración del pan de muerto y que forma parte de la tradición de Día de Muertos, en esta población cafetalera.
Oscar Aguilar es uno de seis panaderos que quedan en el pueblo y él es la segunda generación de la familia en trabajar este producto, en la tercera generación se prepara Ever Sánchez Cruz su hijo que trabaja ya desde hace 25 años con él.
Para ellos, la temporada de Muertos es la más fuerte para ellos en términos de producción y ventas.
La historia de Oscar Aguilar de 79 años de edad se remonta a 1935, cuando su abuela Soledad Jiménez López fue la primera persona en Pluma Hidalgo en construir el primer horno para la elaboración del pan; pero su horno se cayó y destruyó en al menos dos ocasiones en noviembre del año 1978.
Pero en ese mismo año, Oscar Aguilar lo edificó de nuevo y hasta hoy sigue estructuralmente fuerte, es decir, el horno hecho de barro, ladrillo y piedra firme, y cuenta ya con 46 años de existencia.
La elaboración de pan de muerto en Pluma Hidalgo, explica, se inicia desde el 20 de octubre con una jornada de más de 12 horas diarias hasta llegar al 31 de octubre, y es precisamente la preparación del pan de muerto, un producto que forma parte integral de las ofrendas a las personas que ya no están físicamente, que también caracteriza a esta comunidad reconocida por su producción de café.
Además del pan de muerto tradicional, en estas festividades se elaboran figuras de pan como borregos, águilas, corazones, Cristos, las cuales son puestas en las ofrendas o altares de muertos, también para el consumo humano.
Oscar Aguilar junto a sus hermanos siguieron la tradición que inició su abuela con la elaboración del pan, pero el único que perduró en el oficio fue don Oscar y hasta la fecha, continúa con la tradición para hacer pan de Dia de Muerto, y también de “surtido” pero sobre este último se dedica los 365 días del año.
En los años de la década de 1980, narra, trabajan aproximadamente entre tres a cuatro bultos de harina por semana. En ese entonces el pan valía 10 centavos y los principales compradores eran los habitantes de las rancherías, agencias y cabecera de la población; hoy en día, las ventas y la producción han disminuido y los precios se han incrementado debido a los altos costos de la materia prima.
En Pluma Hidalgo, los habitantes celebran la tradición del Día de Muertos con altares, comparsas, visitas a las casas para convivir con padrinos, compadres, y con veladas en el panteón.