No tardó mucho el gobierno morenista de Oaxaca en quitarse la burka y mostrar su verdadero rostro fascistoide, y el primer paso inmediato desde su encumbramiento fue ordenar el desalojo de los indígenas triquis de los corredores del palacio virreinal a donde iba a ser entronizado, con un séquito de insignes desconocidos, como los mexiquenses que trajo Alejandro Murat, sin ideas ni iniciativas que hicieran la diferencia con los gobiernos anteriores, muchas de cuyas prácticas están vigentes en esta administración. Es tanta su soberbia y egocentrismo que se rehúsan a ver la realidad que les rodea, sobre todo a la inseguridad que una extendida delincuencia organizada mantiene sobre la población; a lo que se suman las marchas y manifestaciones al día, producto del descontento social cada vez mas profundo, porque tampoco hay soluciones de fondo, desoyendo los reclamos de la gente ante necesidades tan urgentes y primarias como la escasez de agua, la salud, el desempleo, conflictos agrarios y limítrofes. Un gobierno que de entrada no ha sabido donde poner la basura y no quiere aceptar la penetración y expansión de la delincuencia organizada en Oaxaca, de muertes y ejecuciones, de desapariciones y feminicidios. Se está ante un gobierno que recurre a la represión con grupos de choque para acallar la protesta; que ejerce su poder y su fuerza para disuadir a la gente en sus reclamos, y a sus supuestos enemigos a través de conferencias de prensa con una mediocracia alineada, sin criterio, de culto y rendición al poder. Esa sordera gubernamental aún no provoca hipercrisis, pero el descontento y las manifestaciones son cada vez mas frecuentes y las llamas ya están subiendo por la pradera. Esto irrita al gobierno del Estado que recurre de nuevo a las descalificaciones a través de sus medios serviles para acusar a las organizaciones sociales que recurren al escándalo porque ya no hay ningún techo financiero para ellos, cuando sus demandas son por justicia principalmente, impunidad, abuso de autoridad, seguridad, salud… y de promesas incumplidas no solo de campaña, sino las que se le hacen a la gente con minutas firmadas en gozonas, acuerdos que nunca se llevan a cabo, pero para demostrar que este gobierno es de territorio, exhiben fotografías como testimonio perverso de que hay diálogo y soluciones.
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NO puede considerarse mas que un acto fascistoide la prohibición al Piñero de Tuxtepec para cubrir un acto público del gobierno estatal en ése lugar. El mismo hecho fascista se repitió en el gobierno de Donald Trump en los Estados Unidos, cuando se le prohibió al periodista de la Agencia Press que cubriera la fuente de la Casa Blanca por no agradarle su estilo de redactar. ¿Qué significado pueden tener estos acontecimientos en dos países que se dicen exponencialmente democráticos, donde se respetan todos los derechos y libertades humanas y constitucionales? Pareciera que estas prácticas son exclusivas de países con regímenes gorilescos, dictatoriales y autoritarios, pero ya se ve que es una praxis con vigencia en regímenes entronizados por la derecha oscurantista, aunque también por una izquierda que asume el poder para olvidarse de las causas sociales por las cuales decía luchar. Un ejemplo muy claro de esta izquierda adoctrinada, es la que gobierna Oaxaca y la que se hace partícipe de los usos y costumbres de los regímenes a los que llegan a relevar, cuyas estructuras fundamentales fueron la corrupción, el saqueo de las arcas públicas, el crimen y la impunidad, el engaño, la simbiosis de policías y ladrones, el nepotismo en toda su expresión, el tráfico de influencias, más lo que se agregue esta semana. Se repiten las viejas prácticas de los gobiernos pasados, todos ellos corruptos y anti democráticos, desde el gobierno de Manuel Zárate Aquino, todos ellos sobre montañas de dinero y con las manos ensangrentadas; todos ellos disfrutando impunemente del producto de sus rapiñas; todos ellos enemigos de los Derechos y las Libertades humanas y constitucionales, de las libertades de disentir, de pensamiento y de expresión de los periodistas críticos. El atentado mas significativo contra el periodismo fue el que sufrió el diario Noticias cuando el gobierno de Ulises Ruiz le declaró una huelga inexistente y mantuvo secuestrados por algún tiempo a los trabajadores. Por su parte José Murat decía “aquí llevo a los periodistas”, llevándose las manos a los bolsillos del pantalón. Ahora parece que el hondureño o argentino René Palacios de Comunicación Social del gobierno del Estado, trajo las prácticas fascistas de las dictaduras argentinas contra la prensa crítica. Tal vez idea suya para un mejor control y sometimiento de los medios locales haya sido el seguro social que el gobierno del Estado otorgó a 92 reporteros. So long raza.