El gobierno de izquierdistas adoctrinados de Oaxaca ha desatado su furia fascistoide y terrorista contra los reclamos y manifestaciones de la población como medida fácil y a la mano para solucionar las crisis y conflictos que se manifiestan por muchas partes del Estado. Como Nerón, provoca incendios sociales y luego se solaza viendo las llamas con las que trata de contener la ira del descontento popular, como ocurrió el ocho de marzo, cuando lanzó a sus cancerberos contra una manifestación que conmemoraban el Día Internacional de la Mujer, y a las que desde la azotea del mismo palacio de Gobierno atacó con gases lacrimógenos. El gobierno que se hace llamar de la primavera, nunca ha tenido un rumbo definido y llegó al poder sin que a más de dos años ni siquiera sepa donde poner la basura, porque concentra todo su esfuerzo en perseguir a fantasmas de regímenes pasados y andar de picapleitos abriendo frente a supuestos enemigos como son algunos medios que con profesionalismo abordan la realidad de Oaxaca. Tal vez porque nadie hace la ola futbolera, ni difunde ecuménicamente los discursos megalómanos, se enojan el gobernador y el secretario de Gobierno y consideran que se trata de una campaña orquestada por sus enemigos financiados por el residente de Polanco, y duro con Enrique Toro Ferrer, La Garrapata, El Piñero, María de los Angeles Nivon y otros periodistas que con dignidad y sin que se trate de ninguna osadía o reto al poder, simplemente dicen lo que ocurre en Oaxaca. Por otra parte, quienes están al frente de Comunicación Social despilfarrando los dineros públicos, financiando a portales y comunicadores sin ética, no han podido jamás desmentir a nivel nacional los reportajes y cuestionamientos al gobierno de tartufos en Oaxaca. Nada parece importarle a este régimen que no deja de mirarse al espejo de su egocentrismo para ver a su alrededor las crisis sociales que se vienen acumulando peligrosamente y que cuando no encuentran atención y soluciones a sus reclamos son reprimidos como ejemplo de que al gobierno nadie le alza la voz; pero este razonamiento del régimen es muy riesgoso porque el pueblo tiene experiencias, aunque muy dolorosas, de enfrentar los abusos del poder.
COMO ya se ha dicho muchas veces en estos espacios, el gobierno morenista de Oaxaca muy pronto se despojó de la burka para enseñar su verdadero rostro fascistoide y ya son varias las ocasiones en que no puede contener esa compulsión de reprimir a la gente que demanda libertades y derechos; y lo mas grave es que el mismo gobernador y el secretario de Gobierno salen a desmentir los hechos en conferencias con una mediocracia atolondrada. (Ahora el gobierno a 92 comunicadores ya les dio Seguro Social y otros sin morder la punta del rebozo pidieron vivienda. No había necesidad de estas graciosas concesiones, porque se trata de gente sin credibilidad que no le sirven al gobierno como voceros). Han sido normalistas, vendedores callejeros, grupos de indígenas reprimidos por la fuerza pública, aunque la primera represión con gases lacrimógenos fue la que sufrieron autoridades y vecinos de una comunidad serrana a un costado del palacio virreinal en las calles de Flores Magón. Otro ataque con gases lacrimógenos se dio contra normalistas, precisamente frente al palacio de Gobierno, a tal grado que se consideró que pudo haber sido el inicio de otro escenario parecido al del 2006, cuando la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca se enfrentó al régimen de la barbarie de Ulises Ruiz. Otra represión se dio contra pobladores de los Coatlanes, que se habían posesionado de la carretera Barranca Larga – Ventanilla. Los vecinos fueron atacados a tiros, pero la más brutal de estas represiones se dio en el istmo de Tehuantepec contra opositores a los polos de desarrollo del corredor interoceánico. Ahí la gente fue brutalmente agredida y dispersada por policías estatales, soldados, marinos y la guardia nacional. La represión todavía sigue por esa zona. Hasta ahora la última fechoría del gobierno morenista de Oaxaca ha sido el ataque con gases lacrimógenos a mujeres que el ocho de marzo marcharon para conmemorar el Día Internacional de la Mujer, cuando desde los altos del palacio de Gobierno fueron atacadas por policías preventivos. Las víctimas fueron no solamente mujeres del contingente, sino niños que iban con sus madres y personas de la tercera edad. El acto terrorista se extendió por el zócalo y la plancha de la alameda central y por todas las calles aledañas al centro histórico por donde corría la gente despavorida, amedrentados por una veintena de radio patrullas con sus sirenas encendidas. Pues sí que se trató de un acto represivo y terrorista. Ese mismo día con todo descaro y cuando todo el mundo había presenciado los hechos, el secretario de Gobierno salió a decir que los policías lanzaron sobre las mujeres manifestantes solo polvos para apagar el fuego. En sus siguientes conferencias de prensa, ni el gobernador ni el secretario de Gobierno dieron importancia al caso y solo dijeron que se había actuado de acuerdo con todos los protocolos del mundo. Este episodio una vez más demuestra que el gobierno morenista de Oaxaca no es más que el remedo de todos los anteriores, solo con el ingrediente de que éstos se dicen de izquierda.
So long raza.