Con el encabezado “Gobiernos omisos ante el impacto de la turistificación”, Rocío Flores y Vidal Pineda, con fotografías de Adriana Chávez, acaban de publicar un texto con el que ayudan a entender un fenómeno que está instalado en el estado de Oaxaca, particularmente en sitios turísticos, cuyos habitantes están sometidos a un proceso que algunos teóricos califican como turismo salvaje.
Con voces de activistas locales, el texto publicado en el sitio oaxaca.media analiza críticamente el impacto que la turistificación está causando. El sector que se beneficia, ubicado en los servicios -hoteleros, restauranteros, grandes exportadores de mezcal, artesanías y agencias de viajes que no siempre tienen capital local- podría no estar de acuerdo con estos puntos de vista, pero el tema ya se discute en la conversación pública.
Desde que la guelaguetza es considerada una “fiesta” tradicional que se puede vender al mejor postor y ciudades como Puerto Escondido y Huatulco son promovidas para que se colmen de visitantes, nuestra economía parece estar anclada a esta única vertiente, a falta de un campo productivo, un comercio local fuerte y una industria que prácticamente no existe. La energía eólica fue un espejismo que benefició a políticos locales y capitales extranjeros, y el corredor interoceánico camina muy lento con cuestionamientos comunitarios.
Desde el sexenio de Alejandro Murat Hinojosa, la identidad, la ritualidad y cosmogonía de los pueblos indígenas, sus territorios y su riqueza natural, su indumentaria y su gastronomía se sirve en bandeja de plata (para el turismo), de los empresarios y de funcionarios-empresarios, se afirma en el texto.
Nada ha cambiado con Salomón Jara. Al contrario, justificando el desarrollo social y económico del estado, desde la Secretaría de Turismo (…) la oferta de Oaxaca al mundo ha logrado “captar”, miles de millones de pesos que poco se reflejan en el bienestar de la gente. Es incuestionable que la capital oaxaqueña es una ciudad cara, porque en cada temporada turística se actualizan los precios al alza.
Para el INEGI, Oaxaca de Juárez ocupó el cuarto sitio de ciudades con mayor inflación en México durante el año 2024, según el Índice Nacional de Precios al Consumidor, con un 4.9 %, provocado por el encarecimiento de las frutas y verduras que termina golpeando la economía de las familias con menos ingresos, comprometiendo su calidad de vida y la garantía de sus derechos básicos como la salud, la educación y la alimentación.
El texto se nutre de testimonios de tres mujeres integrantes de La Miscelánea Acción Común: una arquitecta, una antropóloga y una cocinera. Por cierto, seis personas activistas fueron detenidas el año pasado por realizar una marcha-calenda de protesta. Ellas han investigado, analizado y dialogado sobre las posibles soluciones a los problemas que causa la gentrificación turística, frente a lo que proponen:
Atención al uso, destino y distribución equitativa del agua; gestión del turismo; gestión de la residencia migratoria temporal; gestión de compra de predios, regulación del cambio de uso de suelo, regulación de actividades económicas de hospedaje a través de plataformas digitales; control de precios de canasta básica; atención a derechos laborales de empleados del sector turístico. Atención y mejoramiento de la periferia, además de la regulación de tarifas especiales para turistas, entre otras cosas.
Están diciendo, pensamos nosotros, que el éxito turístico, medido en términos económicos, no siempre genera un mayor bienestar social y mucho menos felicidad. Por el contrario, poderosos capitales y empresarios de fuera se aprovechan de “los bienes patrimoniales tangibles y las manifestaciones culturales inmateriales” como recursos de atracción y explotación turística. Esto propicia la gentrificación social y turística en ciudades históricas como Oaxaca de Juárez, donde sus autoridades – dicen las activistas, promueven ambos fenómenos.
“Las y los ciudadanos de a pie no ganamos nada de ese turismo, al contrario, pagamos mucho más por vivir en una ciudad turística, todo se encarece, es imposible rentar un departamento, el traslado en la ciudad es un caos siempre. Es un desplazamiento simbólico. Los espacios que habitamos en nuestras infancias ya son para otras personas.”
El efecto multiplicador, explicado por un entrevistado como el hecho de que la derrama económica del turismo provoca movimientos económicos positivos, está siendo filtrado por grupos empresariales que se benefician de la infraestructura focalizada, como en el Centro Histórico, con lo que apuntalan sus ganancias, y promueven el crecimiento de hoteles boutiques, restaurantes exclusivos, galerías, tiendas de textiles y artesanías, cuyas zonas casi exclusivas se benefician de dinero público para sostener la infraestructura turística, que se expresa en el mejoramiento de calles, fachadas, edificios históricos y gubernamentales. Y una política oficial que descalifica toda crítica. Por cierto, las personas de Miscelánea Causa común no han dejado de manifestarse.
@ernestoreyes14