A seis meses de haber sido víctimas de agresiones físicas, retenciones y despojadas de su patrimonio, entre 10 y 15 familias continúan en condición de desplazamiento forzado tras huir de la comunidad de Cerro Cajón, en San Juan Lalana, en la región de la Cuenca del Papaloapan, informó hoy el abogado y activista, Porfirio Flores.
A pesar de la integración de carpetas de investigación y de la supuesta intervención de otros funcionarios estatales para solucionar el conflicto, las víctimas siguen sin poder regresar a su población, mientras las autoridades del pueblo destruyeron el templo evangélico, se adueñaron de al menos 100 cabezas de ganado y de vehículos de motor sin que hasta el momento haya algún detenido, condenó.
“Podemos dividirlo en tres condiciones o en tres estados (que prevalecen): el primero, es el desplazamiento forzado, no se ha logrado el retorno de los desplazados y eso de entrada es un problema, es una dificultad que las personas no puedan estar en su comunidad; están desplazadas todas las familias, están fuera de su comunidad”, lamentó en entrevista.
Flores explicó que en la actualidad “el templo está destruido; nadie ha hecho (o dicho) que si se repara, que si se reconstruye; no se ha hecho nada… en tercer lugar, el ganado, que eran alrededor de 100 cabezas de ganado, no se los han devuelto y ahí lo tienen, no se tiene que investigar en dónde están, los tienen las personas que desplazaron a los hermanos y ahí siguen; la autoridad no ha hecho algo por devolver el ganado de los de los creyentes desplazados.
“Sus camionetas también no se las han devuelto, ahí andan las camionetas con las personas que los desplazaron y, en síntesis, la situación sólo ha cambiado que ya no están en riesgo, pero porque ya no están ahí”, subrayó.
Más de mil personas desplazadas en 25 años
Las condiciones que prevalecen en Cerro Cajón se suman a los cientos de casos documentados durante las últimas dos décadas y media, que mantienen a Oaxaca en segundo lugar nacional en intolerancia religiosa, con al menos mil personas que han tenido que huir o fueron expulsadas de sus localidades por profesar una religión distinta a la católica.
“Eso fue en agosto (el conflicto en Cerro Cajón) han pasado casi 6 meses y las condiciones están exactamente igual.
“En Oaxaca hay un dato que es escalofriante ninguna autoridad ha sido detenida por desplazar, por despojar por robar las propiedades de las personas que son expulsadas de su comunidad ni una sola autoridad está encarcelada”.
En más sobre el caso de San Juan Lalana, el activista informó que a pesar de que se interpusieron las denuncias penales correspondientes es el momento que no ha sido liberada ninguna orden de aprehensión.
“Una carpeta puede integrarse por años y estar ahí; el punto que ayudaría a los desplazados sería que la Fiscalía consignará la carpeta con un juez y el juez emitiera una orden de aprehensión para que pudieran detener a los responsables de esta arbitrariedad”, reiteró.
En la actualidad existen dos casos vigentes
El caso ocurrido en Cerro Cajón no fue el último suscitado en Oaxaca, pues en la actualidad existen dos hechos vigentes: uno en Santa María Guelacé, en el distrito de Tlacolula de Matamoros, y otro San Andrés Solaga, en la Sierra Norte.
En Guelacé un sector de pobladores intentó expulsar a los creyentes de cinco familias de una iglesia, aunque la intervención de la Secretaría de Gobierno impidió que esto se materializara.
No obstante, a pesar de lo anterior, el conflicto continúa latente, pues “siempre hay esta problemática”.
En San Andrés Solaga integrantes de la población le robaron unas cabezas de ganado al pastor de la iglesia evangélica y en la actualidad, lo único que se ha hecho es presentar la denuncia correspondiente ante las autoridades ministeriales.
Este último caso ha puesto en riesgo a al menos tres familias.
“El de Guelacé fue en el mes de enero y el de Solaga fue a finales de febrero”.
Ante ello pidió a las autoridades “respetar a los evangélicos, a los cristianos o a los que no profesan la fe católica y hacer de Oaxaca un estado donde todos podamos convivir porque al final de cuenta todos somos oaxaqueños”.