En nuestras sociedades el aparato productivo, donde todo se compra y se vende, todo tiene un valor de cambio, cuando decimos todo es que es todo, tiende a hacerse totalitario en el grado en que determina no sólo las ocupaciones, aptitudes y actitudes socialmente necesarias, sino también las necesidades y aspiraciones individuales.
De este modo, borra la oposición entre la existencia privada y pública, entre necesidades individuales y sociales. La tecnología sirve para instituir formas de control social y cohesión social más efectivas y más agradables. En nuestras sociedades, lamentablemente, somos cada vez menos libres y más dependientes de la ciencia, de la tecnología y de los intercambios. El hombre es esclavo de su propia evolución.
La sociedad tecnológica es un sistema de dominación que opera ya en el concepto y la construcción de técnicas. La dependencia tecnológica para los Estados e individuos es una realidad. Algo simple, el que no sabe manejar hoy en día un celular con eficacia es un analfabeto tecnológico.
Recalcamos para que quede bien acentuado: Una ausencia de libertad, cómoda, suave, razonable y democrática, señal del progreso técnico, prevalece en la civilización actual.
¿Qué podría ser, en realidad, más racional que la supresión de la individualidad en el proceso de mecanización de actuaciones socialmente necesarias aunque dolorosas?
La concentración de empresas individuales en corporaciones más eficaces y productivas es una realidad.
La regulación de la libre competencia entre sujetos económicos desigualmente provistos lo es también.
La reducción de prerrogativas y soberanías nacionales que impiden la organización internacional de los recursos es también una realidad.
Los derechos y libertades que fueron factores vitales en los orígenes y etapas tempranas de la sociedad moderna se debilitan en una etapa más alta de esta sociedad: están perdiendo su racionalidad y contenido tradicionales.
Toda liberación depende de la toma de conciencia de esta servidumbre, y el surgimiento de esta conciencia se ve estorbado siempre por el predominio de necesidades y satisfacciones que, en grado sumo, se han convertido en propias del individuo.
La libre elección de amos no suprime a los amos ni a los esclavos. Escoger libremente entre una amplia variedad de bienes y servicios que sostienen controles sociales sobre una vida de temor y esfuerzo.
Esta es la realidad de nuestro mundo de hoy en día. La alienación en las relaciones de producción se ha convertido en alienación ante las fuerzas productivas.