“Ellos son muy felices, mencionan y presumen mucho que su profe es El Profe Chido; les agrada y eso los motiva para seguir trabajando”, Carlos Rodríguez, profesor. Foto: Especial
CIUDAD DE MÉXICO. De la noche a la mañana, los hogares de los maestros mexicanos se convirtieron en salones para millones de alumnos; salas de junta para padres y oficinas virtuales para tareas administrativas.
Sin horario fijo, con conocimientos básicos de tecnología y un mal internet, buena parte de los docentes usaron sus propios recursos, ingenio y vocación para sacar la casta y llevar educación en medio de la pandemia reconocieron especialistas consultados por Excélsior.
Ocho de cada diez maestros destinaron más tiempo para orientar familias a fin de que pudieran apoyar a sus hijos; para retroalimentar a estudiantes; planear actividades o tareas administrativas y brindar apoyo socioemocional, de acuerdo con la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación.
Siete de cada diez debieron gastar más en internet y telefonía para continuar con su labor.
Los maestros también quedaron prisioneros de la tradición de enseñar cara a cara y no a través de una pantalla. Estimaciones indican que hasta 60% serían analfabetas digitales, pero salieron avantes.
En las comunidades más pobres, los maestros tocaron la puerta de sus alumnos, dieron clases al aire libre, repartieron copias e hicieron perifoneo.
Se las ingeniaron para no perder la atención de sus estudiantes. Algunos se volvieron youtubers; iniciaron sus clases al ritmo de cumbia; impartieron educación en semáforos; se vistieron de payasitos el Día del Niño: llevaron a “viajar” a sus alumnos por el mundo virtual y aprendieron a dar una clase decorosa en Zoom cuando al inicio de la pandemia no sabían entrar a la aplicación.
Hemos visto un proceso de adaptación de los profesores; literalmente fueron arrojados al agua helada, tuvieron que sentirla y a partir de eso tratar de nadar. Se afianzó la vocación docente de muchos y van a regresar con un arsenal de herramientas de este pensamiento de lo que somos capaces”, planteó Luis Medina Gual, especialista de Universidad Iberoamericana.
Hemos visto a la gran mayoría comprometida con sacar el ciclo escolar; se las han ingeniado a pesar de la tecnología, de las carencias; maestros comprometidos con la educación de sus alumnos”, acotó Carlos Aguirre, director de la Alianza de Maestros A.C.
Carlos Ornelas, doctor en Educación, coincidió en que buena parte del magisterio aceptó el desafío e innovó para educar en contingencia. “Hicieron lo posible. Lo que se salvó en materia educativa es gracias a los maestros, no a la política oficial. Un buen número sacó la casta, se puso a trabajar. En lugar de ir a la escuela, de gastar en transporte, se compraron un pizarrón, adaptaron su celular o su computadora y a darle”, dijo.
El año pasado una encuesta de la Mejoredu reveló que la mitad de los actores educativos mostraba algún tipo de malestar emocional. En los docentes era estrés por la sobrecarga de trabajo al tener que empatarla con tareas domésticas
Hoy, por segundo año consecutivo desde 1918, cuando inició la efeméride, los maestros festejarán su día desde el encierro.
Arribamos a este 15 de mayo no en un sentido festivo; uno espera la felicitación, la manzana, decimos, de los niños. Ahora no va existir tal cosa. Nos mandan mensajes, nos dicen ‘los extrañamos mucho’. Hay un gran reconocimiento de la población y eso es muy importante, pero de la autoridad vemos silencio, una SEP ausente y no sabemos a dónde va la educación en México pospandemia. Traemos varias ausencias, ha habido pérdidas, en la parte laboral vemos precarización, falta de diálogo y así es como llegamos a este día”, concluyó Pedro Hernández, profesor de la CNTE.
LO CONOCEN COMO EL PROFE CHIDO; ES YOUTUBER
Durante la pandemia de covid-19, el maestro Carlos Rodríguez, apodado El Profe Chido, se convirtió en un youtuber que publica desde técnicas de enseñanza para que los otros maestros las apliquen con sus alumnos, hasta actividades lúdicas para sus estudiantes.
La semana pasada el docente de Monterrey, Nuevo León, subió el video de su propia vacunación contra el virus SARS-CoV-2. Su canal de YouTube tiene 20 mil 600 suscriptores y su página oficial de Facebook más de un millón de seguidores.
El maestro, de 33 años, se ha hecho de fans que comparten sus fotos, videos y memes, pero sus principales admiradores son sus estudiantes.
Ellos son muy felices, mencionan y presumen mucho que su profe es El Profe Chido; les agrada y eso los motiva para seguir trabajando, es muy padre porque las mismas mamás dicen que su maestro es un youtuber, entonces los niños están más entusiasmados de trabajar, les llama la atención”, contó a Excélsior.
Esto le ha permitido al reconocido maestro, tener cero deserción en su grupo en lo que va de la contingencia, pues de los 33 estudiantes en su lista, permanecen 32, pues uno
se mudó de residencia.
Pero ser youtuber, explicó, no es su único secreto. Ha tenido que valerse de una serie de tácticas para mantener la atención y el cariño de sus estudiantes.
Adaptó, por ejemplo, un cuarto completo de su casa, con la decoración inspirada en el video juego de Mario Bros. Lo había hecho antes de la pandemia para recibir de manera presencial a sus alumnos quienes ya no lo pudieron disfrutar, así que tuvo que replicarlo en el mundo virtual.
Mostró que no hay imposibles cuando se tiene la vocación de enseñar. Al final del ciclo escolar pasado llevó hasta la puerta de cada uno de sus alumnos un kit sorpresa con lápices, colores, y libretas.
Habíamos iniciado con mi salón de Mario Bros. A lo grande, pero luego por la pandemia ya no nos pudimos ver y yo quería terminarlo de una forma bonita y se me ocurrió entregarles esa cajita, y fue una gran sorpresa para ellos, cuando me vieron muchos lloraron de felicidad, y yo también saqué las lágrimas de repente”, narró.
IMPARTE CLASES, DE SEMÁFORO EN SEMÁFORO
El semáforo de la maestra Jemima Peláez siempre ha estado en verde. En medio de la pandemia de covid-19 esta docente de 31 años llevó educación a los niños de la calle.
El 8 de agosto, la docente de educación especial, en Jalpan de Serra, Querétaro, pensaba qué estrategia emplearía para iniciar el ciclo escolar con sus alumnos sordos y con problemas de comunicación mientras corría, cuando de pronto en un alto vio a una familia en situación de calle y se preguntó cómo estarían tomando clases esos niños.
El siguiente lunes decido salir a compartir educación con mucho miedo, pero con la experiencia bien puesta. Llevaba una pizza, entonces llego al semáforo y me presento: “mi nombre es Jemima, soy maestra y quiero saber si me puede dar permiso de darle clases a sus hijos”; la mamá me dijo: `y en dónde, se los va llevar o qué; le digo, `justo aquí en el semáforo´; la pizza cautivó a los niños, así que me siento en el semáforo e hicimos un examen diagnóstico de español, matemáticas y funciones mentales superiores y al final convivimos con la pizza”, recordó.