La embestida mediática más significativa de esta semana, al ver que su coalición naufraga en el segundo o tercer sitio de la preferencia electoral, provino del extranjero. Con la “guerra de lodo” que revive al Antonio Solá de 2006, la revista británica, The Economist, insiste en comparar a México con gobiernos autoritarios como los de Hungría, La India y Brasil.
Sus argumentos dejan ver que preparan un golpe desestabilizador, una vez que fracasen en recuperar la cámara baja. Portada y contenido hacen alusión al fascismo que -supone su mente enferma- es atribuible al “falso mesías tropical”, recomendando a los mexicanos que debieran frenar al “peor presidente” que haya tenido nuestro país, a fin de que “no avancen sus políticas ruinosas”, pues sigue constituyendo “un peligro para México”.
El medio inglés hace causa común con la prensa mexicana que no ha dejado de golpear a la 4T, por consigna de sus encumbrados patrocinadores. Ante esta nueva provocación, a las y los mexicanos nos corresponde darles una lección de dignidad y valor soberano, incidiendo en la composición de la cámara baja y en los demás cargos que estarán en juego el 6 de junio. El canciller mexicano, lo dice muy claro en su respuesta: están exasperadas las élites
La Comuna de París
Los días que corren, del 18 de marzo al 28 de mayo de 1871, exactamente hace 150 años, tuvo lugar el episodio conocido como La Comuna de París, la primera y única experiencia de democracia directa -gobierno de la clase obrera de la ciudad francesa- donde los ciudadanos formulan, al cabo de 72 días, su propio y corto destino. Este episodio, luminoso y triste, es referente para todos los movimientos sociales en el mundo por el fondo y la forma que revistió este proceso revolucionario y la toma del poder.
La Comuna, ejemplo de democracia directa, de organización social y cívica, con muchos excesos, pero también con propuestas novedosas de auto gestión, fue salvajemente aplastada por el gobierno de la Tercera República que no tuvo empacho en ejecutar, sumariamente, a los barricaderos parisinos que, con sus principales dirigentes, fueron víctimas de una gran represión.
Cuarenta mil insurrectos, con más coraje que armas, se enfrentan por aquellos días al gobierno de Versalles, que contaba con 180 mil soldados, perfectamente entrenados para el desalojo y la represión. La narrativa histórica destaca los excesos cometidos por la tropa en contra de quienes participan de La Comuna causando, en la etapa final de resistencia, entre 12 y 20 mil muertos, además de miles de presos, deportados y perseguidos.
En su defensa, los comuneros más radicales deciden incendiar medio París -incluyendo el cruel asesinato de rehenes- que reducen a cenizas sitios patrimonio y monumentos históricos, incluyendo iglesias, sedes de gobierno, residencias privadas, hoteles y museos, salvándose solamente el de Louvre.
Con el tiempo se ha valorado el aporte de La Comuna para otras revoluciones como la china y la rusa, y en las formaciones de izquierda, organizaciones sindicales, corrientes revolucionarias e incluso gobiernos socialistas. En el país galo, sin embargo, dicha experiencia no es aceptada hasta la fecha por la clase política. Solo un muro, el de los Federados, sigue estando en un cementerio parisino – mudo testigo de los fusilamientos masivos- al que acuden personas a rendir homenaje a las y los valientes que murieron defendiendo un ideal de justicia social.
En el año 2016 – ilustra Anne Marie Mergier, en la revista Proceso- la Asamblea Nacional votó una resolución que proclama la reivindicación de las víctimas de la represión de 1871, destacando que “ya es tiempo que la República rinda homenaje y devuelva su dignidad a esas mujeres y a esos hombres que combatieron a favor de la libertad y sufrieron por ello ejecuciones sumarias y condenas inicuas”. Pero por parte del gobierno capitalista francés nada, pues se resiste a reconocer el valor histórico de esta gran utopía.
Por si fuera poco, el levantamiento popular de hace siglo y medio fue seguido, informativamente, por las agencias de prensa que ya existían para entonces, dando a conocer al mundo entero lo que ocurría en Francia, y animando a la reflexión, de varios pensadores socialistas, anarquistas y demócratas que no han dejado de tomar como referencia a La Comuna como un mecanismo del poder popular.
@ernestoreyes14