El telescopio James Webb, que costó US$10.000 millones y tardó tres décadas en construirse, despegó desde la Tierra este sábado y emprendió su misión de buscar las primeras estrellas que alumbraron el cosmos.
El observatorio fue lanzado a bordo del cohete Ariane desde el puerto espacial Kourou en Guayana Francesa.
En esta nota te contamos cómo funciona, su compleja ingeniería y cómo intentará revelar algunos de los secretos mejor guardados de nuestro universo.
Oscuridad. Total y absoluta. Muy pocos logramos experimentarla.
Al fondo de una cueva, de pronto; o en un sótano cuando se va la electricidad. Pero normalmente hay un resplandor leve que viene de algún lado. Incluso el cielo nocturno nunca se ve totalmente negro, dado que usualmente hay una o dos estrellas brillando en la distancia.
Es difícil imaginar una época en la que lo único que existía era la oscuridad, cuando podías viajar en cualquier dirección durante millones de años y no ver absolutamente nada.
Pero esa es la historia que nos cuentan los científicos, la de la “edad oscura” que reinaba en el universo antes de que las primeras estrellas se encendieran. Y muy pronto tienen la intención de mostrarnos esa época, o más bien, mostrarnos cómo terminó: cómo el cosmos al final se llenó de luz.
Lo harán usando el telescopio más grande que se haya puesto fuera de la Tierra: el telescopio espacial James Webb.
Con su lanzamiento este sábado, el telescopio James Webb tendrá la misión de ver con mayor profundidad en el espacio que incluso el legendario telescopio espacial Hubble, al cual reemplazará.
Equipado con un espejo de 6,5 metros de ancho y cuatro instrumentos de altísima sensibilidad, Webb se enfocará en un espacio muy reducido del cielo durante días intentando detectar luz que ha estado viajando a través de la inmensidad del espacio por más de 13.500 millones de años.
“Solo serán pequeños puntos rojos”, dice el científico senior del proyecto James Webb y ganador del premio Nóbel John Mather.
“Creemos que debería haber estrellas o galaxias, o agujeros negros de pronto comenzando 100 millones de años después del Big Bang. No debe haber muchas para encontrar en ese tiempo pero el telescopio Webb puede verlas si están ahí… y si tenemos suerte”, le dijo a una edición especial de Discovery, del servicio mundial de la BBC, un investigador de la agencia espacial estadounidense NASA.
Es una idea impactante que puedas ser testigo de algo así. Pero esa es la consecuencia de que la luz tenga una velocidad finita en un cosmos inmenso y en expansión. Si se busca a mayor profundidad, finalmente se debería llegar a recolectar la luz de las estrellas pioneras mientras se agrupaban en las primeras galaxias.