Las perspectivas de la realidad cambian de acuerdo del lugar que se ocupa en la distribución del poder político en un territorio internacional o nacional determinado.
Desde los oprimidos, colonizados, dependientes, es sufrimiento, discriminación, destrucción, patriarcado. Pero, desde estas situaciones, experiencias, es posible crear conocimientos, innovaciones, teorías. Nuevas perspectivas a partir de la diversidad, de las diferencias.
Desde la diversidad es posible observar que el ejercicio del poder se hace en forma abusiva, sin responsabilidad, en formas extremas, en donde la prudencia brilla por su ausencia.
Lo más importante destacar es que este ejercicio del poder se realiza en el contexto de la democracia liberal. Esta democracia ha sido vaciada de contenido por la corrupción, por la impotencia de los gobiernos y de las administraciones públicas para resolver los problemas básicos de la gente.
Esta democracia se queda impávida cuando se descubre que menos de setecientas personas son dueños de la misma riqueza que tienen el 90% de los mexicanos. Así de deforme es esta forma de democracia.
Por lo anterior, se necesita una nueva democracia que nos permita pensar un mundo político mejor, que nos permita acabar con toda forma de colonialismo, de colonialidad, de mercantilización, de patriarcalismo. La profundidad y la extensión de malestar que han ocasionado estos fenómenos no son reversibles en el corto plazo.
La democracia representativa no será capaz de curarse por sí misma si no se acompaña de la democracia participativa y comunal. Es una democracia que no solo hable de la gente, de las cosas que necesite, sino que es necesaria una democracia que hable con la gente, delibere con ella y acuerde con ella.
En todo el territorio nacional existen espacios, lugares, diversidad de relaciones sociales, situaciones y condiciones de la gente, que no es posible pensar una sola forma de relaciones del poder político. La universalidad del poder político es un equívoco práctico como teórico.
Esta nueva democracia debe permitir la participación efectiva de las personas en sus lugares de producción y de residencia, por ejemplo, en una comunidad, en un ejido, en una fábrica, en un centro comercial, un barrio, una colonia, en un taller. Aquí los partidos políticos no son útiles, pero la iniciativa ciudadana y comunitaria si lo es.
Por los hechos mencionados, es posible pensar la existencia de una diversidad de democracias, muchas con capacidad de coexistencia, otras en conflicto. Habrá diferentes concepciones, instituciones, prácticas y saberes democráticos como en nuestros pueblos originarios, que son ejemplo de ello.
Entonces, demodiversidad debe verse desde las luchas emancipadoras de ciudadanos y pueblos. Un solo modelo de democracia es profundamente antidemocrático.
Libre determinación y autonomía se asoman en el horizonte empujando la demodiversidad, desde luego, no transitará en caminos reales sino en veredas escabrosas.