El énfasis en el Estado plurinacional como esperanza total de cambio y de transformación social con los pueblos y comunidades es clave para el movimiento indígena latinoamericano.
El Estado plurinacional implica una transformación a fondo de un régimen político antidemocrático, de una economía de producción de pobres, de un proceso de deterioro brutal del medio ambiente, de un hasta aquí de un capital extractivo sin límites, en fin, el Estado plurinacional es la negación del neoliberalismo.
El Estado plurinacional es el reconocimiento de la necesidad de la reparación de los daños ocasionados a los pueblos y comunidades indígenas durante más de quinientos años de colonización.
La aceptación del Estado plurinacional es una mea culpa ante los pueblos y comunidades. El Estado plurinacional es una manifestación de respeto hacia la comunalidad, hacia lo alternativo, de respeto del hombre al hombre y del hombre a la naturaleza o la Pachamama.
El Estado plurinacional es un grito de libertad de lo diverso hacia lo homogéneo, es un reconóceme, veme bien, mírame soy un crisol de colores, de formas y sabores. No me mires único porque no lo soy.
Es un grito a tiempo ante la escasez del agua. Tata niz nos habla a tiempo, nos advierte que de seguir expoliando la naturaleza reducimos nuestro tiempo en la tierra.
Pensar en un Estado plurinacional es pensar en colectivo y en los colectivos. Es no actuar en nombre del egoísmo personal, no es renunciar y desconocer los derechos individuales, pero sí situarlos en su verdadera dimensión, ya se dijo hace siglos y sigue vigente, el hombre es un animal social y político, es un ser genérico y no otra cosa.
El Estado plurinacional implica que los pueblos, comunidades, grupos, organizaciones, categorías y demás identidades que lo integran, dejarán de solicitar permiso para gozar de sus derechos.
Es poderse mirar de frente, nada de abajo hacia arriba, ni de arriba hacia abajo, se vivirá en la horizontalidad y no en la verticalidad. Implica también tomar conciencia que todos vamos en el mismo barco, si llega a su destino llegamos todos, si se hunde en la inmensidad del mar, nos hundimos todos. Cuesta trabajo llegar a este grado de conciencia pero se tiene que llegar.
Recurrir al Estado plurinacional no es casualidad, no es fortuito. Es la necesidad del pensamiento genuino y verdadero, existe ya una crisis del pensamiento, demasiada carga de propaganda, de manipulación, lo real de las naciones se deciden en los centros imperiales, parece que nada es cierto, el capital siempre tiene otros datos.
Para los diversos, para los diferentes, para las mujeres, el pensamiento único se plantó en la negra noche del colonialismo, en donde decir naturaleza es explotación, en lugar de armonía. En donde todo es ganancia, ganar ganar, en lugar de la reciprocidad. En donde contraponerse del uno con el otro es normal, en lugar de ser complementariedad.
Entender que todo está relacionado, que todo es un sistema, que todos jugamos un papel en el universo, parece difícil de entender, por eso el Estado plurinacional es deliberación y existencia de los diversos pensamientos. Pero que la dualidad es la norma, todos existimos en pareja, que debe ser ejemplo de convivencia y armonía en el trato y en los derechos.
En el Estado plurinacional la competencia la transformamos en compartencia, en reciprocidad. Es no apropiación del trabajo ajeno sino asociación. Todo esto implica un proceso de reconstitución.
Es un plan de vida frente al proyecto de muerte del neoliberalismo. Pasar del Ser para tener, al tener para Ser. En donde el Ser es vida, el tener la acumulación. Así de simple.