El polémico Tramo 5 Sur del Tren Maya, cuyas obras están actualmente detenidas por motivos medioambientales, topó ahora con otro conflicto.
Al menos 58 posibles sitios paleontológicos y arqueológicos subacuáticos se encuentran en el trazo del tramo, alertó la arqueóloga Helena Barba, responsable de la Oficina de la Península de Yucatán de la Subdirección de Arqueología Subacuática del INAH.
Explicó en entrevista que a lo largo de los 60.3 kilómetros de esta ruta, de Playa del Carmen a Tulum, Quintana Roo, hay un vasto sistema de ríos, cuevas, cenotes y rejolladas donde se han identificado vestigios mayas y del ser humano temprano.
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Barba indicó que con su equipo de trabajo revisará cada uno de los sitios y que, si se hacen hallazgos de importancia, el INAH está listo para intervenir si las obras no rectifican el camino.
Si no lo hubiera (un cambio de trazo), entonces el INAH sí levantaría un acta correspondiente con una demanda. Por lo menos hasta el término del Tramo 4, se ha respetado toda esta situación”, aseguró.
No obstante, especialistas del propio instituto ponen en duda el trabajo que se ha hecho hasta ahora.
De acuerdo con la investigadora Rosa María Reyna, experta en salvamento arqueológico, con 40 años de labor en el INAH, la dependencia no posee suficiente información sobre la zona.
En el caso de Quintana Roo, (los arqueólogos) van como un ciego en medio de un ciclón, porque no se sabe qué hay”, lamenta.
“Por donde va a pasar el Tramo 5, aparte del enorme daño que se va a generar al acuífero y todo lo que han explicado los biólogos, es prácticamente desconocido, hay muy pocos sitios registrados”, señaló.
Al momento, el INAH espera que, a diferencia de los tramos anteriores, donde los vestigios de la cultura maya han sido los principales hallazgos, el Tramo 5 Sur podría dar mayores frutos en sitios paleontológicos.
Justamente en esa área había muchísima fauna del pleistoceno y hay más de 50 especies de huesos identificados en toda esta red de sistemas kársticos (relieves en formaciones rocosas, como las cuevas subacuáticas) que se encuentran inundados a partir del 10 mil antes de Cristo”, explicó Barba.
Desde el inicio del Tramo Uno, en Palenque, Chiapas, hasta lo que se lleva concluido del Tramo 4, en Valladolid, Yucatán, la arqueóloga Helena Barba y su equipo han estado encargados, en una carrera contra el apremio de los tiempos políticos, de explorar cada sitio por donde va a pasar el tren.
Consciente de las críticas, las dudas razonables y las francas descalificaciones a las que el INAH ha sido objeto por su actuación con respecto al proyecto de infraestructura, Barba asegura que, hasta el momento, no es cierto que las máquinas de construcción hayan pasado antes que los arqueólogos.
No ha sido cierto. Y, de hecho, cada mes se entregan informes. Nuestro coordinador del Proyecto (Tren Maya, del INAH), que es el doctor Manuel Pérez Rivas, ha entregado, de manera puntual, cada mes, los informes a Fonatur y, a su vez, al Gobierno federal, para que se sepa qué se ha identificado”, responde a los críticos.
“Y atrás viene la máquina, sí, pero siempre ha sido así, desde que se formó el INAH”, abundó.
Barba tampoco deja que reconocer que los tramos que vienen por la topografía del lugar, son los más complejos para el equipo de arqueólogos, arquitectos, espelobuzos, espeleólogos, historiadores, biólogos y restauradores que encabeza.
Aunque el INAH ha reportado por sus medios de comunicación los hallazgos del Proyecto Tren Maya en los tramos que ha recorrido, su comunicación hacia la ciudadanía sobre sus facultades e involucramiento en el proyecto ha sido escasa.
Ante ello, Barba aseguró que su equipo no dudaría en parar la obra en el momento en que esto se hiciera necesario.
Si el trazo del tren llegase a pasar por un lugar de suma importancia, donde hubiera un contexto con animales, o con algún homínido, un esqueleto, o con vasijas mayas, lo que se hace es que se recupera toda la información primero y, obviamente, en esa parte se tienen que parar las obras hasta que terminemos de trabajar como arqueólogos”, señaló.
De acuerdo con la encargada del patrimonio subacuático de toda la Península, el trabajo de su equipo comienza siempre con una prospección de todo el terreno por donde se encuentra el derecho de vía del tren.
Es decir, se hace un recorrido por todos los puntos con posibles sitios paleontológicos, arqueológicos e históricos que se encuentran directamente en el paso de lo que serán las vías.
De encontrarse algo, es obligación inmediata de los arqueólogos registrarlo, georreferenciarlo y, al momento de entrar a las bases de datos del INAH con sus coordenadas geográficas, se convierte en un lugar protegido por la dependencia.
Así, ejemplifica, ocurrió con uno de los más grandes hallazgos de su equipo hasta ahora: una canoa maya, única por su buen estado de conservación, en un cenote del Tramo 4 de la obra, que corre entre Izamal, Yucatán, y Cancún, Quintana Roo.
Según explica Barba, es falso que el INAH no tenga injerencia alguna en el trayecto definitivo del Tren Maya, pues ya se han solicitado cambios de trazo, desviaciones de 100 o 200 metros, que se han llevado a cabo para evitar riesgos a sitios arqueológicos.
Ahora, sin embargo, comienza el reto más fuerte para la Subdirección de Arqueología Subacuática.