El miércoles (29.06.2022), el periodista Antonio de la Cruz murió en un ataque a tiros frente a su domicilio en Ciudad Victoria, estado de Tamaulipas, y pasó a engrosar la larga lista de comunicadores asesinados en México: 150 desde el año 2000, según Reporteros Sin Fronteras, y el duodécimo en 2022.
El país latinoamericano es considerado uno de los más letales para periodistas. Timo Dorsch, investigador del Instituto de Geografía Humana de la Universidad Goethe de Fráncfort del Meno, hace hincapié en las diferentes realidades a las que se enfrentan los comunicadores en México: por un lado, están aquellos que tienen una plaza fija en uno de los grandes medios establecidos, gozando de cierta seguridad, tanto por su respaldo institucional como por los temas que abordan y su visibilidad a nivel nacional.
Por otro, están los periodistas de medios estatales, regionales y locales, que desde hace algunos años se han convertido cada vez más en blanco de la violencia. En entrevista con DW, Dorsch explica que estos profesionales tienden a cubrir temas “delicados” e “incómodos” para determinados actores estatales, como políticos y empresarios, puesto que a menudo sacan a la luz sus conexiones y negocios con el crimen organizado. Como ejemplo, pone el comercio ilegal de madera en el estado de Sonora, donde hace una semana fueron asesinados dos padres jesuitas y un guía turístico, la misma región que cubría la periodista Miroslava Breach, asesinada en 2017.
El vehículo en el que viajaba el periodista asesinado Antonio de la Cruz.
¿Existe libertad de prensa?
En opinión de Lutz Kliche, miembro del Centro PEN de Alemania y exasesor del difunto ministro de Cultura de Nicaragua Ernesto Cardenal, los periodistas mexicanos trabajan en condiciones sumamente difíciles, puesto que “en la realidad no se les garantiza la libertad de prensa que formalmente existe”. “Hay que ser muy valiente para hacer su trabajo”, subraya Kliche en entrevista con DW. “Muchos lo han tenido que pagar con su vida, lo cual entristece e indigna sobremanera. Necesitan y tienen derecho a todo el apoyo y toda la solidaridad posible de organismos e instituciones gubernamentales y no gubernamentales internacionales”.
También Günther Maihold, director de la Fundación Ciencia y Política (SWP, por sus siglas en alemán), sostiene que, si bien en México existe la libertad de prensa en un sentido “abstracto”, en la práctica “hay muchos factores que limitan masivamente el trabajo periodístico independiente”. En palabras del politólogo, los comunicadores muchas veces se ven obligados a escoger entre la “plata” y el “plomo”: algunos aceptan sobornos, autocensurándose o adaptando sus reportajes a los deseos de sus contratantes, mientras que aquellos que optan por el trabajo independiente arriesgan sus vidas.
“Valor irremplazable del periodismo”
En entrevista con DW, Maihold destaca que el Estado debe garantizar la protección de los periodistas, también en contra de posibles represiones por parte de los propios órganos de seguridad y, en caso necesario, proteger también a los familiares de los profesionales, a fin de reducir las posibilidades de extorsión.
No obstante, “es primordial crear un clima social y político, en el que sea reconocido el valor irremplazable del trabajo periodístico para garantizar la democracia y las libertades”, acota. Pero, dados “los insultos sistemáticos” del actual presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), en contra de representantes del gremio periodístico, Maihold duda que el mandatario tenga la intención de crear el clima político y social necesario en el país.
Periodistas de Veracruz recuerdan a colegas asesinados.
¿Cómo poner fin a la violencia?
A fin de reducir la violencia a la que están expuestos los comunicadores en México, Timo Dorsch, quien durante años trabajó como periodista freelance en ese país latinoamericano, aboga por un enfoque más profundo, más allá del clásico análisis en el que un Estado con un par de funcionarios corruptos, por un lado, se enfrenta al crimen organizado por el otro. En su opinión, es necesario seguir las “huellas del dinero”, es decir destapar los negocios que entrelazan a actores estatales, empresariales y del crimen organizado y perseguir los flujos del dinero, tanto en México como en el extranjero.
Asimismo, como medidas concretas para reducir la vulnerabilidad de los comunicadores locales, exige mejores condiciones laborales y mayor protección institucional. Dorsch explica que muchos, por necesidad económica, por ejemplo, se sienten presionados a producir la siguiente nota, ignorando ciertos riesgos profesionales. El entrevistado también insiste en la necesidad de que actores internacionales se posicionen claramente respecto a la ola de violencia contra periodistas, y exhorta a los colegas del gremio periodístico, por ejemplo en Estados Unidos y Europa, a ser más solidarios con los profesionales mexicanos, ofreciéndoles más cooperaciones y plataformas donde puedan publicar trabajos que, por cuestiones de seguridad, no podrían publicar en su país de origen, como la columna de la renombrada periodista Anabel Hernández en Deutsche Welle. Dorsch insiste en que “la libertad que es atacada en México, al fin y al cabo, también es nuestra libertad”, puesto que, de varias formas y en diferentes niveles, dependemos de la labor investigativa de los comunicadores locales, regionales y estatales, por ejemplo, para entender y combatir el fenómeno del crimen organizado.